La historia del cine en la Ciudad de México comenzó con la proyección que se llevó a cabo en el Castillo de Chapultepec durante la presidencia de Porfirio Díaz; sin embargo, cabe resaltar la historia del primer cine comienza con la creación del Salón Rojo, hoy en día conocido como Casa Borda.
A finales del siglo XIX surgió en las calles de la Ciudad de México el Salón Rojo, considerada la primera sala de cine. En ese entonces, se encontraba ubicado en el cruce de las calles Francisco I. Madero y Simón Bolívar en el Centro Histórico. Uno de los primeros en proyectar imágenes fue Salvador Toscano, quien compartió gráficos de la inundación de Guanajuato.
Historia del Salón Rojo de la Ciudad de México
El Salón Rojo, actualmente Casa Borda, es considerado uno de los pioneros de la exhibición cinematográfica en la Ciudad de México. Ubicado en el Centro Histórico, el teatro fue una iniciativa de Salvador Toscano, personaje clave en la historia del cine mexicano.
Salvador Toscano Barragán fue una figura fundamental en la historia del séptimo arte en México. Nacido en Guadalajara, Jalisco, Toscano se formó inicialmente como ingeniero civil, pero su pasión por el cine lo llevó a convertirse en uno de los principales promotores de una nueva forma de entretenimiento en el país.
Tras su inauguración, el Salón Rojo permaneció cerrado por un tiempo, pero volvió a abrir sus puertas durante el segundo sarampión cinematográfico en 1907. En esa ocasión, se instaló en el antiguo palacio barroco de José de la Borda, donde se presentaron los primeros cortometrajes importados de Europa.
Debido a que Toscano ya había estado involucrado en la producción y proyección de películas, vio en el cine una oportunidad para consolidarlo como una nueva forma de entretenimiento en México. En su momento, el recinto se destacó por su lujosa decoración y su avanzada tecnología de proyección y sonido, lo que atraía tanto a las clases altas como al público general.
Con el cambio de lugar, se vivió también la llegada de Jacobo Granat, empresario y cineasta naturalizado mexicano, conocido por su contribución al desarrollo de la industria cinematográfica mexicana durante la primera mitad del siglo XX. La adquisición del Salón Rojo le permitió ser fundador y promotor de empresas dedicadas al cine, tanto en la producción como en la distribución de películas.
Durante un largo tiempo, el recinto destacó por su lujosa decoración y su avanzada tecnología de proyección y sonido, lo que atraía tanto a las clases altas como al público general. Además, no solo proyectaba películas, también ofrecía otros espectáculos culturales, lo que permitió que se convirtiera en un centro de difusión importante, donde se estrenaron varias películas nacionales e internacionales que ayudaron a popularizar el cine en la capital mexicana.
Pese a su gran éxito, el auge de nuevos y más modernos sitios, así como la aparición del cine sonoro, llevaron a una disminución en la relevancia del Salón Rojo, por lo que cerró sus puertas a mediados del siglo XX. Actualmente, en la edificación se encuentran viviendas y comercios; sin embargo, su recuerdo sigue vivo con una placa que recuerda a Don José de la Borda.
Así luce actualmente el Salón Rojo
El Salón Rojo perdió relevancia con la evolución de la industria cinematográfica, y terminó por desaparecer. En la actualidad, no queda rastro visible de la construcción original, pues la evolución urbana y las transformaciones arquitectónicas de la zona han borrado su presencia física.
En el lugar en donde se encontraba el primer cine mexicano, hoy en día se puede observar la Casa Borda, que destaca por su fachada revestida de azulejos, lo que le otorga un aspecto distintivo y elegante.