Legados multigeneracionales: rutas de crecimiento en las empresas familiares

Analizar los valores y principios que los llevaron a esos destinos puede ayudar a las familias empresarias y sus líderes a identificar sus rutas de crecimiento particulares y únicas para transformar su entorno

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María Fonseca Paredes directora del Instituto de Familias Empresarias para México y LATAM (IFEM) del Tecnológico de Monterrey Foto: (Cortesía de la autora)
María Fonseca Paredes directora del Instituto de Familias Empresarias para México y LATAM (IFEM) del Tecnológico de Monterrey Foto: (Cortesía de la autora)

En la búsqueda de razones para dedicar una vida profesional a la transformación de las empresas familiares, identifico una profunda admiración y respeto por quienes nos han trazado un camino de esperanza y prosperidad. Las familias detrás de estas organizaciones están compuestas por hombres y mujeres que, con su visión, trabajo incansable y compromiso con sus comunidades, han construido futuros y legados con trascendencia. Considero que analizar los valores y principios que los llevaron a esos destinos puede ayudar a las familias empresarias y sus líderes a identificar sus rutas de crecimiento particulares y únicas para transformar su entorno.

Por ejemplo, en nuestra cultura latinoamericana, la familia ha sido la organización que ha guiado a las sociedades por siglos. Así, el amor y cuidado que tenemos por nuestros consanguíneos se traslada a los colaboradores en las organizaciones, y hace fácil entender cómo en las empresas familiares la rotación de personal es generalmente inferior que en sus contrapartes no familiares. Eventualmente el cariño crece y el compromiso se vuelve multidireccional, favoreciendo así el entorno y la productividad.

Citando otro ejemplo de valores y principios de las familias empresarias, en nuestras sociedades solemos asumir la abundancia, digamos, en recursos naturales, como signo de bendiciones numerosas (aunque los países o regiones de un país tienden a no gestionar esos recursos con cautela y previsión de futuro). En las familias, si la lógica de la abundancia no es ejercida, existe el riesgo de un extremo desperdicio y menosprecio de lo que se ha recibido. El privilegio en sí puede entonces generar más daño que impulsar a alguien a ser mejor persona. Por lo tanto, recordemos que recibir un beneficio por encima de lo que los demás reciben es un privilegio que exige mayor responsabilidad en la manera de utilizarlo.

Por otro lado, hablar de respeto es el génesis de la aceptación y la flexibilidad. Reconocer que todos somos diferentes, pero con cierta esencia humana que nos debe poner en una disposición de entender al semejante; en el momento de la verdad, la rigidez de nuestro juicio nos vuelve poco tolerantes y por lo tanto en el fondo cero flexibles. Esa falta de respeto y capacidad de entender las diferencias nos conduce a los extremos y a la hostilidad. Practiquemos la verdadera inclusión respetando las distintas perspectivas que se nos manifiestan.

(Imagen Ilustrativa Infobae)
(Imagen Ilustrativa Infobae)

Y para que esta lista no exhaustiva de valores y principios en la construcción de legados luzca completa, la creación de valor en cada acción es una condición necesaria. La creación de legados generalmente se reconoce con su dimensión material; preservarlos y hacer realidad su trascendencia requiere una mayor consciencia y trabajo en lo intangible –social, biológico e identidad–. Esto que puede entenderse como tradición, es también la misma fuerza que impulsará la transformación y cambio en las distintas generaciones.

En los últimos años he sido testigo del trabajo que llevan a cabo las familias empresarias para construir grandes legados. Tradiciones de cambio, innovación, sustentabilidad, resiliencia, suenan en principio paradójicas. Sin embargo, justo ponen de manifiesto que la mentalidad que se desarrolla en cada familia al construir su legado de manera consciente trasciende en el tiempo.

Legados que inspiran, perduran; aprendamos de la historia. Lo relevante no es tanto el ser diferentes, sino hacer la diferencia. Casa Cuervo desde 1758 en México, Cousiño Macul desde 1856 en Chile, Grupo Carvajal desde 1905 en Colombia, por compartir solo algunas empresas familiares longevas y prósperas, continúan innovando, transformándose y creando valor compartido por múltiples generaciones. Conocer sus historias nos hace pensar en las dificultades y gozos que las han fortalecido. Verdaderamente han hecho la diferencia.

La autora es directora del Instituto de Familias Empresarias para México y LATAM (IFEM) del Tecnológico de Monterrey Redes sociales: LinkedIn: @Maria F Fonseca Paredes; Facebook: @María Fonseca Paredes

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