Hubo un momento en el que los grandes cargamentos de cocaína que eran enviados desde Colombia a México dejaron de pasar completos por la frontera con Estados Unidos, el mercado de consumo nacional creció y apareció un grupo que sentó las bases del narcomenudeo como lo conocemos en la actualidad: el Cártel de Neza.
Delia Patricia Buendía Gutiérrez ya vendía cocaína en el Barrio Bravo de Tepito, pero fue cuando se mudó al municipio de Nezahualcóyotl (Neza), en el Estado de México, que su organización creció y se convirtió en el eslabón que revolucionaría al narco mexicano.
El nacimiento del Cártel de Neza se consolidó en la última década del milenio pasado, un tiempo que compartía con capos del tamaño de Amado Carrillo Fuentes, Juan José Esparragoza Moreno, Ismael Zambada García, Benjamín y Ramón Arellano Félix, Arturo y Héctor Beltrán Leyva y Osiel Cárdenas Guillén.
El periodo de mayor auge del Cártel de Neza se registró en el cambio de milenio, justo cuando el narco mexicano sufriría uno de sus cambios más importantes con la primera de dos fugas de Joaquín El Chapo Guzmán. Su líder era llamada la ‘Ma Baker’, en alusión a la legendaria criminal estadounidense de la década de 1930.
El narcomenudeo entra en acción
Hay dos trabajos periodísticos que reflejan el papel del narcomenudeo en el narcotráfico mexicano: Confesión de un sicario y El Cártel de Neza, de los periodistas Juan Carlos Reyna y José Antonio Caporal, respectivamente.
El primer texto se centra en las confesiones de Drago, un sicario que sirvió a uno de los cárteles mexicanos de ese momento y quien afirmó que todo cambió cuando el narcomenudeo entre en escena.
Productores de droga sintética (metanfetaminas), importadores de cocaína, importadores de armas y traficantes encargados de llevar la droga, con diversas estrategias, a Estados Unidos.
Drago recalca que existía otro grupo, al que él pertenecía: los sicarios y pistoleros al servicio de los cárteles, pero reconoce que ellos estaban afuera de las organizaciones dedicadas al trasiego de drogas, eran más bien “un brazo ejecutor”.
“El momento en que todo empezó a pudrirse fue cuando nació el quinto grupo, que primero empujó el crecimiento de la organización de manera acelerada, pero después precipitó su caída. La aparición de narcomenudistas significó un aumento en el número de clientes”: Confesión de un sicario.
El Cártel de Neza
No se puede precisar si el Cártel de Neza fue la primera organización en consolidar la venta de droga al menudeo, sin embargo, para principios de los 2000 ya surtía con miles de grapas (dosis de cocaína) a los municipios de Chalco, Nezahualcóyotl, Texcoco, Chimalhuacán y Ecatepec, además de las delegaciones Iztapalapa, Milpa Alta. Xochimilco, Tlalpan, Tláhuac, Coyoacán, Magdalena Contreras y Cuauhtémoc, en esta última donde años más tarde nacería el único cártel chilango: La Unión Tepito.
José Antonio Caporal afirma que en colusión con un capo identificado como César Vidal Vázquez, alias ‘El Cabras’, el Cártel de Neza llegó a traficar hasta media tonelada de cocaína al mes en la zona Metropolitana de la Ciudad de México.
‘El Cabras’ era un supuesto comandante de la Policía Judicial Federal (PJF) que vigilaba las operaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, lo que le permitía introducir cocaína en cada vuelo comercial y descargarla en las instalaciones federales sin ser investigado.
“Advertí uno de los primeros síntomas del cagadero que se venía: al no contar con el dinero necesario para comprar sus dosis, la raza vendía su cuerpo y el de sus familiares (...) muchas rucas acompañadas de sus morras adolescentes, ofreciéndose a los hombres más asquerosos a cambio de dos o tres dosis de cristal”: Confesión de un sicario.
El Cártel de Neza aprovechó la marginación y la falta de empleo que desató la crisis económica de 1994 para ofrecer un ‘trabajo’ a los jóvenes que preferían vender droga a vivir en la precariedad; a las familias que rentaban sus locales para convertirlos en narcotienditas a cambio de rentas mensuales y a los policías corruptos que buscaban su tajada del negocio en lugar de combatir a la delincuencia.
El Cártel de Neza -escribe Juan Antonio Caporal- ofreció un sentido de pertenencia a los habitantes de uno de los municipios más densamente poblados del país a cambio de convertirse en los narcomenudistas de la organización criminal que revolucionó al narco mexicano.
Después del narcomenudeo, nada fue igual. Más oferta de droga ayudó a incrementar el número de consumidores; el negocio creció y todos los grupos querían ser los dueños, entonces se desató la guerra por los territorios y con ello los asesinatos, los narcomensajes y los levantones. “La plaza tiene dueño”, fue uno de los mensajes más recurrentes.