El 8 de marzo de 2011 quedó marcado como la fecha de nacimiento del cártel de Los Caballeros Templarios, creado como una escisión de La Familia Michoacana que pretendía, al menos en el discurso, erradicar las actividades criminales en la entidad.
Nazario Moreno, alias ‘El Chayo’; Jesús Méndez, alias ‘El Chango’; Servando Gómez, alias ‘La Tuta’; Enrique Plancarte, alias ‘El Kike’; y Dionisio Loya, ‘El Tío’, se consolidaron como los fundadores de esta organización. Desde un inicio trataron de sembrar en los miembros de la estructura la idea de que formaban parte de una cruzada para liberar al estado de los grupos delincuenciales.
Para ello crearon un cuadernillo de 24 páginas que difundieron entre sus seguidores, titulado Código de los Caballeros Templarios de Michoacán. En la portada aparecen las figuras de cinco integrantes de la orden militar católica, así como la leyenda “Esta lucha es por tu gente, por mi gente, por nosotros mismos y por nuestras futuras generaciones”.
A lo largo de sus estatutos, el manual de conducta de los Templarios señala que quienes formen parte de la orden deben “luchar contra la injusticia” y encomendarse al “propósito divino de servir a Dios y al prójimo”.
El código reconoce la posibilidad de que los Caballeros Templarios hagan uso de “la fuerza letal” previa autorización del Consejo. Exige también que los líderes se apeguen a conductas y actitudes ejemplares, mientras que omite cualquier referencia a las actividades de narcotráfico y extorsiones que este cártel desempeñó al poco tiempo de su aparición.
“Los Caballeros Templarios de Michoacán aplican la justicia, por ello, ningún elemento debe matar por gusto o matar por dinero. Cuando se tome esta decisión debe investigarse bien previamente y si existen razones suficientes entonces sí proceder”, sostiene el punto 48 del código.
La primera ejecución atribuida a este grupo criminal ocurrió el 17 de marzo de 2011, nueve días después de su presentación ante la sociedad. En esa fecha, fue colgado el cadáver de un hombre en un puente sobre la carretera Morelia - Pátzcuaro. Junto a él fue colocado un mensaje firmado por los Templarios: “Lo matamos por ser bandido y secuestrador”.
Hacia el final de su cuadernillo, distribuido a manera de Biblia, el grupo criminal establece las penas aplicables a los miembros de la orden que cometan alguna falta.
En caso de afectar a algún miembro del consejo o violar el voto de silencio, “se le castigará con la pena capital”. En el penúltimo precepto puede leerse: “Aquel caballero que traicione a los templarios será castigado con la pena máxima y además se le decomisarán sus propiedades. Sus familiares correrán con la misma suerte”.
Pese al debilitamiento que esta organización ha experimentado con el paso de los años, algunos remanentes siguen operando en Michoacán.
En mayo de 2024, un reportaje de El Universal reveló que Los Templarios habrían establecido un sistema de cuotas en las estaciones gasolineras del municipio de Apatzingán. Trabajadores de estos centros denunciaron que, bajo amenazas, le pagan un peso a Los Caballeros Templarios y otro a Los Viagras por cada litro de gasolina vendido.
El 7 de junio pasado, agentes de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y de la Fiscalía General del Estado (FGE) detuvieron en Morelia a Jonathan “N”, un presunto sicario de Los Templarios acusado por su presunta participación en el asesinato del catedrático Jean Cadet Odimba.