En México las ventas de refresco representan cifras enormes. Su consumo es tan normalizado que existen familias que no pueden sentarse a comer sin su botella tamaño familiar diariamente. Ante la compra excesiva de bebidas azucaradas, desde 2020 se ha introdujo un nuevo sistema de etiquetado frontal en alimentos y bebidas envasados.
Dicho sistema tiene como objetivo combatir la obesidad y las enfermedades no transmisibles (ENT), facilitando que la mayoría de las personas puedan identificar de manera rápida y sencilla las calorías y nutrientes críticos. Además, incluye dos advertencias específicas para proteger a los niños de los posibles efectos adversos del consumo de edulcorantes y cafeína.
Las consecuencias del consumo de refresco
México presenta una de las tasas más altas de obesidad, con uno de cada tres adultos afectados, de acuerdo con el estudio “La Pesada Carga de la Obesidad. La Economía de la Prevención” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El principal origen de este problema es el desequilibrio energético entre las calorías consumidas y las gastadas. La ingestión de alimentos y bebidas con alto contenido energético, combinada con la falta de actividad física adecuada, contribuye significativamente al desarrollo de obesidad.
Además, factores como el sedentarismo, los patrones alimenticios poco saludables, la falta de sueño y el estrés elevado incrementan considerablemente el riesgo. Estos elementos adquieren relevancia no solo en México, sino globalmente, destacando la necesidad de intervenciones preventivas.
En un estudio realizado en mayo de 2012, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) destacó varios aditivos presentes en las bebidas saborizadas y refrescos en México. Entre estos, se encuentran los acidulantes para modificar la acidez, el dióxido de carbono para el burbujeo característico, y los edulcorantes, tanto naturales como sintéticos, que sustituyen al azúcar. Los conservadores previenen el deterioro por microorganismos y los colorantes influyen en la percepción del sabor, jugando un papel crucial en la industria de bebidas.
Los refrescos como un riesgo para la salud
De acuerdo con la Profeco, el consumo excesivo de estos productos son el primer paso para tener obesidad y, con ello, desencadenar enfermedades cardiovasculares.
Además, existe el peligro de que los niños que consumen grandes cantidades de refrescos puedan experimentar hiperactividad, ansiedad y trastornos del sueño como el insomnio, debido a la presencia de cafeína en la mayoría de estos productos.
Por esta razón, la Procuraduría estudió 46 marcas bajo un análisis en el que se consideró lo siguiente: el nuevo sistema de etiquetado frontal, la marca, la denominación, el contenido neto, el número de lote y la fecha de caducidad, la información nutricional detallada, los ingredientes, las advertencias específicas cuando los productos contienen aspartame, el país de origen, así como la razón social y la dirección del fabricante responsable del producto.
Gracias a todas estas evaluaciones, se identificaron los productos con las calificaciones más bajas, los cuales podrían representar un riesgo para la salud de las personas. Contienen jarabe de maíz de alta fructuosa y no lo declaran: Barrilitos y Sangría Señorial.
- Presentaron leyendas que no demostraron: FreeLife, Kas Naranja, Jarritos y Schweppes.
- Contienen menos contenido neto del declarado: Ameyal, Jumex Naranjada Frutzzo y Zing.
- Presumieron cumplir con la NOM 218 y no lo demostraron: Barrilitos, Sangría Señorial y Chaparritas.
Entre otros refrescos que salieron a relucir fueron: Manzanita Sol, Mirinda, Orange Crush, Pepsi y Red Cola.
A las personas que compran este tipo de bebidas se les aconseja que revisen detalladamente el etiquetado y las advertencias del Nuevo Etiquetado Frontal. Esto les permitirá identificar cuáles son los refrescos que exceden la cantidad recomendada de azúcar o calorías.