En 2021, el país entero sufrió lo que se consideró la sequía más severa en la historia nacional. Diferentes estados del norte, como Sonora, Sinaloa y Tamaulipas experimentaron graves consecuencias derivadas de la falta de lluvias.
Chihuahua, una de las entidades más afectadas por esta situación, tuvo algún grado de sequía en 90% de su territorio para mediados de 2022. Sin embargo, hubo un sector poblacional que no padeció las consecuencias.
Un trabajo periodístico de Luis Chaparro, publicado en Vice News, reveló que una célula del Cártel de Sinaloa que opera en la zona de Urique y otros municipios de la Sierra Tarahumara encontró en la sequía una nueva oportunidad de negocio.
Mientras miles de familias de agricultores esperaban que la lluvia beneficiara sus cultivos a lo largo de 2021, el Cártel de Sinaloa se dedicó a adquirir camiones cisterna y cientos de kilómetros de tuberías.
El objetivo de esta operación era bombear agua desde arroyos y lagos en la región hasta los campos de marihuana y adormidera que mantienen ocultos en los cañones de la sierra.
“El agua es ahora un bien valioso para nosotros y, a medida que se vuelve más escasa, más lucharemos para asegurarnos de tener suficiente”, confesó un operador del cártel, quien se hizo llamar ‘El Señor’, al periodista durante un recorrido por la zona.
Los pobladores notaron cómo circulaban camiones que transportaban el poliducto, pero no tenían idea de la finalidad para la que iban a ser utilizados. Los miembros del grupo criminal ataron varias tuberías de plástico a los árboles y las conectaron a una bomba motorizada que extraía el poco líquido que quedaba de un arroyo.
Por si fuera poco, la investigación de Chaparro señala que la organización criminal no sólo habría creado sus propias instalaciones para abastecer sus cultivos, sino que se habría convertido en el principal proveedor del recurso.
“No podemos ir al lago o al arroyo a buscar agua sin pedir permiso”, narró un agricultor de la región. Para evitar que alguien tenga acceso al agua, el cártel estableció cuerpos de vigilancia en los lagos y arroyos.
A raíz de esto, incluso se presume que el grupo criminal se consolidó como el distribuidor de agua para los hoteles y restaurantes que trabajan en lugares como Creel, una de las principales poblaciones turísticas de la Sierra Tarahumara.
“¿Cómo es posible que en medio de una sequía, cuando la mayoría de la gente no tenía agua en sus casas, todavía pudieras tomar una ducha de 20 minutos en una habitación de hotel?”, planteó un agricultor que conversó con el periodista.
A todo lo anterior se suman las sospechas de que el grupo criminal pudo haber iniciado labores de extracción en el Lago de Arareco, un cuerpo de agua de tres kilómetros de longitud ubicado en el municipio de Bocoyna.
Presumiblemente, al igual que el resto de lagos importantes de la región, el Arareco está protegido por las autoridades, por lo que extraer agua de él sería ilegal.
No obstante, en 2022, el lago no incrementó su nivel de agua pese a las lluvias, por lo que algunos habitantes señalaron que “alguien” podría estar saqueándolo.