Necropolítica es una palabra que para el periodista José Reveles describe a la perfección lo ocurrido entre 2006 y 2012 en México; periodo de la administración del expresidente Felipe Calderón marcada no sólo por el incremento en los índices de homicidios, también por el uso de políticas públicas que enaltecieron el uso de la violencia para combatir al crimen y la colusión de su segundo al mando, Genaro García Luna, con el Cártel de Sinaloa.
En entrevista para Infobae México, José Reveles nos habló de su más reciente libro “Necro-política y narco-gobierno: nuevas dinámicas del poder en México”, en el que ahonda sobre el uso de la muerte para ponerla “al servicio de las políticas públicas”.
Ejemplos hay varios -menciona-, pero recuerda uno en específico. En el juicio contra Genaro García Luna en Nueva York, Sergio Villarreal Barragán reconoció que durante la captura de Reynaldo “El Rey” Zambada García, él estuvo presente en el operativo para detenerlo: iba disfrazado de un agente de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO).
“García Luna no sólo le vendía armas al Cártel de Sinaloa. No había distinción entre delincuentes y policías”: José Reveles.
¿Qué es la necro-política?
“Sucede cuando los gobiernos suelen acudir a la emergencia como algo reiterativo y esto es lo que se hacía en tiempos de Felipe Calderón. Era una manera de que la muerte estuviera al servicio de sus políticas.
“En ese sexenio había una especie de regla simple: A más muertes, más éxito en la política, más éxito en la guerra contra el narcotráfico”.
“Había permiso para matar, tanto de policías como de soldados y de los grupos de paramilitares. Nadie sabe quién mató a los 35 jóvenes de Boca del Río, Veracruz; o a las 26 personas de Guadalajara, Jalisco; tampoco hay culpables por el lanzamiento de granadas en Morelia para decir que fue el primer acto de ‘narcoterrorismo’ en este país.
“La guerra contra el narco de Felipe Calderón -o la necropolítica- fue muy sofisticada. Involucró demasiados actores; usó brazos criminales propios del Gobierno como García Luna y Luis Cárdenas Palomino, éste último era jefe de criminales que actuaban a nombre de la policía.
Muchos años después se fue Calderón pero las consecuencias se quedaron y no sólo en el tema de los muertos -o ‘daños colaterales como los llamó'-, siguieron apareciendo denuncias en contra de funcionarios de seguridad que aprendieron el modo de García Luna: dejó escuela”.
El narcogobierno de Felipe Calderón
En su libro, José Reveles recuerda como durante el sexenio de Felipe Calderón se enriqueció con recursos públicos a las dependencias encargadas de la seguridad nacional, sin embargo, en ocasiones eran para realizar operaciones simuladas y que nunca existieron, y si lo hicieron, daban cabida a miembros del crimen organizado para que participaran en ellas, como el caso de “El Rey” Zambada.
Se trató de una “guerra fallida o fingida” que sirvió para “justificar un estado de excepción (...) sirvieron para encubrir una realidad corrupta, la de un gobierno represor de ciertos grupos de la delincuencia y de la ciudadanía pacífica, pero protector del más poderoso grupo traficante y criminal de México, el Cártel de Sinaloa”.
Felipe Calderón tomó al país con un total de 53 mil 275 homicidios dolosos durante la administración de Vicente Fox y le entregó la banda presidencial a Enrique Peña Nieto con 102 mil 812 víctimas de la violencia; peor aún, durante su gestión -afirma José Reveles- se empoderó y enriqueció escandalosamente a la cúpula de una estructura policial corrupta: “a más muertes, más éxito en la política”, pues fue así como el segundo sexenio del PAN siguió justificando la presencia del Ejército en las calles y el combate -ahora sabemos parcial, al menos de García Luna- al narcotráfico.