En un enfrentamiento entre grupos porriles en las cercanías de CCH Naucalpan, ocurrido aproximadamente a las 18:00 horas del 8 de mayo, resultaron varios jóvenes lesionados. La Policía Municipal de Naucalpan intervino en el incidente, deteniendo a al menos siete sospechosos involucrados en la altercación, la cual se caracterizó por el lanzamiento de petardos entre los participantes.
La violencia estalló específicamente en los alrededores del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan, según se ha reportado. Los informes preliminares indican que entre los afectados se encuentra al menos un estudiante, cuya edad ha sido motivo de confusión entre las fuentes; algunas afirmaciones lo identifican como menor de edad y alumno del mencionado CCH, mientras que otras versiones señalan que podría tratarse de un estudiante de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, lo que implicaría que es mayor de edad.
El incidente ha provocado una ola de reacciones entre la comunidad estudiantil y académica, expresando preocupación por la seguridad en las cercanías de las escuelas y la presencia creciente de grupos violentos que afectan el entorno educativo.
La identidad y motivaciones detrás de los grupos involucrados en el enfrentamiento aún son objeto de investigación.
Historia y origen de los “Porros”
Una investigación realizada por Imanol Ordorika, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, arroja luz sobre el origen de los grupos porriles en México, remontándose a finales de la década de los cincuenta.
Según los hallazgos del investigador, estos agrupamientos surgieron de la convergencia entre la tradición de violencia universitaria de los sectores conservadores y las prácticas corporativas autoritarias del Estado mexicano de la época.
Este estudio, denominado “Violencia y porrismo en la educación superior en México”, destaca la transformación de las federaciones estudiantiles en organismos similares a los aparatos de control sindical, momento en el que se comienza a utilizar el término “porro” para describir a sus integrantes.
“Las conexiones estrechas entre estos grupos de pandilleros, al servicio de las autoridades universitarias y el gobierno, con los equipos de futbol americano y sus animadores, dieron lugar al calificativo de “porros” con el que se les conoce hasta nuestros días”.
Estos grupos, estrechamente vinculados tanto con las autoridades universitarias como con el gobierno, y asociados a actividades deportivas como el fútbol americano, adquirieron características de pandillerismo al servicio de la política institucional.
La investigación de Ordorika señala que, si bien tras el movimiento estudiantil de 1968 disminuyeron las grandes federaciones, la represión gubernamental propició la multiplicación de estos colectivos, los cuales incrementaron sus acciones violentas y delincuenciales, incluyendo robos, agresiones sexuales, y golpizas.
Tal comportamiento fue fomentado y empleado con fines políticos por diversas autoridades, manteniendo su ligazón con el deporte y las competencias inter escolares.
El testimonio de un ex dirigente estudiantil del CEU revela que el impacto del porrismo ha sido tal que, a lo largo de los años, estas prácticas han dejado una marca indeleble en la sociedad mexicana. Su evolución hacia formas de violencia más acentuadas y su constante asociación con delitos ha reforzado la percepción negativa sobre estos grupos.
“El porrismo de la capital adquirió rasgos más violentos; se hizo más presente en muchas escuelas y facultades no sólo a través de actos de provocación, delación y control, sino también en actos puramente delictivos como robos y atracos, hostigamiento sexual y golpizas frecuentes”.
Según Ordorika, la naturaleza política, provocadora y delictiva es lo que ha definido y perpetuado la imagen de los “porros” hasta nuestros días.
“Siguió siendo cobijado y utilizado con fines políticos por autoridades de distintos tipos, mantuvo su asociación a las actividades deportivas de los planteles y se expresó frecuentemente en las competencias al interior de las escuelas y entre las grandes instituciones”.