Así eran los ‘Vuelos de la muerte’, una de las estrategias más oscuras del Ejército Mexicano

Más de mil 500 personas habrían sido víctimas de los “Vuelos de la muerte”, una “estrategia militar” a cargo de dos generales del Ejército para hacer frente a la guerrilla de la década de 1970

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Los cuerpos eran arrojados mar
Los cuerpos eran arrojados mar adentro desde aviones militares tripulados por personal del ejército mexicano. Créditos: Mecanismo de Esclarecimiento Histórico (MEH)

Muchos de los detenidos no vieron acercarse a la “espada Justiciera” -una pistola calibre .38 bautizada así ¿a manera de burla?-, no lo hicieron porque la mayoría pensaba que los iban a fotografiar antes de ser interrogados: la mayoría eran guerrilleros, detenidos por elementos del Ejército Mexicano que después de darles el “tiro de gracia” los arrojó al mar frente a las playas de Guerrero; con los años, la “estrategia contrainsurgente” se conoció como “Los vuelos de la muerte”.

El periodista José Reveles describe este pasaje oscuro del Ejército Mexicano en su más reciente libro “Necro-política y narco-gobierno. Nuevas dinámicas del poder en México” y cuyas pruebas se encuentran contenidas en 32 tomos y 4 mil 352 fojas y fotografías que son parte del archivo de la Comisión para el Acceso a la Verdad, Esclarecimiento Histórico e Impulso a la Justicia de Violaciones Graves a Derechos Humanos Cometidas entre 1965 y 1990.

El trabajo era “sencillo” según declaró en 2001 el mecánico de aviación Margarito Monroy Candia: “transportar los guerrilleros que detenía y mataba el personal a cargo del general (Francisco) Quirós Hermosillo, para ser tirados al mar”.

Los detenidos pudieron ser más de mil 500 presuntos integrantes o simpatizantes de la guerrilla de los años setenta, quienes eran engañados con la falsa promesa de recibir la amnistía a cambio de entregar información que sirviera a las policías o al Ejército para enfrentar a los grupos contrainsurgentes; empero, los que no hablaban, como los que lo hacían, eran arrojados al mar desde un avión israelí marca Arava.

Antes de subirlos al avión que partía casi siempre a las 03:00 de la mañana, los presuntos guerrilleros eran sentados en una banca de madera, donde les hacían pensar que serían fotografiados, pero en realidad eran alcanzados por “la espada justiciera”; minutos después el avión despegaba y volaba una hora hacia mar adentro, tiraban los cuerpos y regresaban a la Base Aérea Número 7 antes de que amaneciera.

Los “Vuelos de la Muerte”
Los “Vuelos de la Muerte” consistían en la ejecución de integrantes de diversas organizaciones guerrilleras entre 1973 y 1981. Créditos: Mecanismo de Esclarecimiento Histórico (MEH)

“Los vuelos de la muerte” y la guerra sucia

En 2021 el gobierno de la Cuarta Transformación creó la Comisión de la Verdad para investigar la Guerra Sucia ocurrida entra las décadas de 1960 y 1980, fue precisamente en dicho ejercicio de acceso a la verdad que se conocieron algunos detalles de los llamados “Vuelos de la muerte”.

En las declaraciones de Monroy Candia citadas por José Reveles, se identifica al general Mario Arturo Acosta Chaparro como uno de los militares que estuvieron presentes en el primero de los “Vuelos de la muerte”:

“El piloto David (Carlos González Gómez) disminuyó la velocidad e hizo descender el avión para que los militares lanzaran los cadáveres al mar (...) Enseguida se ordenó regresar a Pie de la Cuesta”, a un costado de la bahía de Acapulco.

La cantidad de guerrilleros arrojados al mar variaba, pero en general eran ocho. Después de asesinarlos, les colocaban una bolsa de plástico en la cabeza para que no mancharan de sangre el interior del avión, pues el olor fétido ya era insoportable; los metían en costales que rellenaban de piedras para que no flotaran; esta medida la tomaron después de que varios cuerpos fueron devueltos por el mar a las playas de Oaxaca.

Años más tarde la Comisión para la Verdad de las víctimas de la Guerra Sucia reconstruyó rutas, mapas, instalaciones y el avión del Ejército Mexicano en el que llevaron a las víctimas, incluso acostó en el piso a personal para saber cuántos cuerpos cabrían en el avión que décadas atrás transportó a guerrilleros detenidos y sin acceso a juicio de la Base Militar Número 7 de Guerrero con rumbo al mar.

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