El reciente hallazgo de restos óseos en un terreno baldío en los límites de las alcaldía Tláhuac e Iztapalapa, en la Ciudad de México, ha desatado un choque de versiones entre colectivos de búsqueda de personas desaparecidas y las autoridades capitalinas, evidenciando las tensiones y los desafíos que enfrentan en su labor.
Originalmente, se temía que el sitio fuera una fosa clandestina y posiblemente un crematorio clandestino. Sin embargo, las autoridades de la capital mexicana han confirmado que los restos encontrados son de origen animal, específicamente caninos, y no humanos.
Este desenlace surge después de que el colectivo Madres Buscadoras del estado de Sonora, liderado por Ceci Flores, alertara sobre la posible existencia de la fosa, lo que condujo a investigaciones por parte de la Fiscalía a cargo de Ulises Lara.
La situación ha provocado diferencias entre dicho colectivo y “Una luz en el camino”, agrupación integrada por madres de la Ciudad de México, quienes señalan una falta de comunicación y coordinación en las acciones emprendidas; pero a su vez entre Flores y las autoridades, al señalar inconsistencias como un apresurado análisis de restos y el desplegado de un gran dispositivo de seguridad pese a que sólo serían huesos de animales.
Ulises Lara, fiscal de Ciudad de México, y Pablo Vázquez, secretario de Seguridad Ciudadana (SSC) han subrayado que los análisis científicos y las investigaciones previas realizadas en el área no hallaron evidencia de restos humanos ni de operaciones de cremación clandestina.
Este incidente resalta la complejidad en el manejo de las búsquedas de desaparecidos en México, un país que enfrenta una crisis profunda con cerca de 100 mil personas desaparecidas, cifra que también ha ido en descenso tras nuevos y cuestionados conteos realizados en la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador.
…Pero sí hay casos
Aunque este último caso resultó ser aparentemente un falso alarmante, antecedentes señalan que la presencia del crimen organizado y sus prácticas funestas no son ajenas a la Ciudad de México, en donde “se esconde” una realidad sombría marcada por el legado de violencia y crimen organizado.
Esta metrópoli, que en apariencia se mantenía distante del infierno de violencia que envuelve otras regiones del país, ha evidenciado a través de hallazgos recientes que el azote del crimen organizado y las disputas entre grupos criminales han dejado una estela de horror bajo tierra: fosas clandestinas y restos humanos dispersos en áreas olvidadas por la justicia.
En la alcaldía de Tlalpan, específicamente en la región del Ajusco, un descubrimiento sombrío sacudió a la comunidad en marzo de 2024, cuando se encontró una fosa clandestina bajo una montaña de basura y escombros, en un predio baldío cercano a una solitaria carretera.
Este hallazgo emergió tras la búsqueda de Pamela Gallardo Volante, una joven de 23 años que desapareció el 5 de noviembre de 2017, cuya última pista la ubicaba en un festival de música electrónica en esta misma zona, un lugar frecuentado por jóvenes durante los fines de semana.
La desaparición de Pamela y la subsecuente búsqueda liderada por su hermano Esteban Gallardo, junto con el colectivo “Hasta Encontrarles”, fundado por María del Carmen Volante, madre de Pamela, desencadenó una serie de indagaciones por parte de estos y otros activistas y voluntarios, que decidieron tomar acción ante la falta de resultados por parte de las autoridades.
Armados con picos, palas y varillas, y acompañados de expertos en antropología y voluntarios, este grupo se adentró en el Ajusco, revelando la presencia de una fosa que contenía restos humanos que hoy día están siendo analizados para determinar si corresponden a una sola persona o a varias.
El 30 de agosto de 2018 la colonia Tempiluli, en la alcaldía Tláhuac, fue escenario del horror cuando restos humanos fueron encontrados dentro de bolsas plásticas negras, un descubrimiento que inicialmente fue atraído por un grupo de perros.
La presencia de estos animales, acercándose curiosamente a los bultos sospechosos, llamó la atención de los vecinos de la zona. Alarmados por el comportamiento de los perros, los residentes decidieron investigar más a fondo, lo que eventualmente llevó a la alarmante revelación.
Ante esta situación, los habitantes no tardaron en llamar a la policía, quienes rápidamente se presentaron en el sitio, ubicado en el cruce de las calles Pirul y Margaritas, para proceder con el acordonamiento del área. Posteriormente, se hizo presente el personal de la entonces Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (hoy FGJCDMX), encargado de llevar a cabo el levantamiento de los restos y examinarlos con el objetivo de determinar si pertenecían a una o varias personas.
Además de Tlalpan y Tláhuac, otras alcaldías como Xochimilco y la Gustavo A. Madero se han convertido, según el periodista Óscar Balderas, en cementerios donde la muerte y el abandono pintan un panorama desolador.
Cada una de estas áreas ha sido testigo de cómo la tumultuosa pelea entre grupos criminales por el control del territorio ha contribuido significativamente a la crisis de seguridad en la ciudad. Grupos como la Unión Tepito, Los Molina, Los Rodolfos, el Cártel de Tláhuac, la célula de Lenin Canchola, el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) marcan la pauta en el conflicto urbano, dejando a su paso muerte, desolación y un número creciente de desaparecidos.
De acuerdo con el Mapa de hallazgos de fosas clandestinas de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas, en la Ciudad de México se han investigado al menos XX en donde se han hecho hallazgos de restos humanos o fosas clandestinas:
A pesar de estos registros, en una solicitud de información realizada por la Comisión Nacional de Búsqueda la FGJCDMX informó que al corte del 28 de febrero de 2020 no se contaba con ningún hallazgo de fosa clandestina.