El pasado 16 de abril fue detenido Miguel “N” luego de presuntamente haber asesinado a su vecina María José de 17 años y atacado a su madre con un arma blanca. Tras ponerlo a disposición de las autoridades se llevó a cabo una orden de cateo en su departamento donde se encontraron indicios de otras posibles víctimas: restos humanos, identificaciones de jóvenes y armas que podría haber utilizado para sus asesinatos.
La investigación llevó a vincular al sospechoso como otras mujeres desaparecidas desde hace años. Según la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX), Miguel “N” podría estar vinculado con el feminicidio de al menos 6 mujeres más, además de María José.
Desde lo ocurrido, familiares y amigos de María José se han dado cita en el inmueble de la colonia La Cruz Coyuya, para exigir justicia a través de altares con flores, veladoras y pancartas en las paredes que rezan la aplicación del castigo ejemplar en contra del acusado. Una de estas cartulinas exige castración química para Miguel “N”.
Esto es la castración química
La castración química es un tratamiento médico diseñado para disminuir la libido y la actividad sexual en individuos, principalmente en aquellos condenados por delitos sexuales, como la agresión sexual o la pedofilia. Este procedimiento no involucra cirugía. En su lugar, se administran medicamentos que reducen la producción de testosterona, la hormona principalmente responsable del deseo sexual en los hombres, hasta niveles muy bajos.
Este método se utiliza en algunos países como parte de los programas de rehabilitación para delincuentes sexuales, bajo la premisa de que al reducir el impulso sexual, se disminuye el riesgo de reincidencia en conductas delictivas. No obstante, su aplicación y efectividad son temas de considerable debate. Mientras algunos argumentan que proporciona una herramienta adicional para proteger a la sociedad y ayudar a los delincuentes a controlar sus impulsos, otros cuestionan su efectividad a largo plazo y plantean preocupaciones éticas sobre su uso.
Los medicamentos empleados para la castración química incluyen agonistas de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH), como el leuprolide o el triptorelina, que regulan la producción de testosterona. El efecto de estos tratamientos es reversible; al cesar la administración de los medicamentos, los niveles de testosterona generalmente retornan a lo normal, así como la capacidad de tener una actividad sexual activa.
Es importante señalar que la castración química no puede considerarse una “cura” para los comportamientos delictivos sexuales. Debe ser parte de un programa más amplio que incluya terapia psicológica y apoyo continuo para tratar las causas subyacentes de la conducta delictiva. La decisión de someterse a este tratamiento debe ser tomada por el individuo, idealmente, voluntariamente y bajo apropiada supervisión médica y jurídica.
En resumen, la castración química es un enfoque controvertido para tratar a delincuentes sexuales. A pesar de su potencial para reducir la reincidencia en algunos casos, plantea preguntas éticas y legales significativas, y su aplicación requiere un enfoque cuidadoso y considerado que respete los derechos humanos y la dignidad de todas las personas involucradas.
Cabe mencionar que en México, la castración química no es una medida legalmente establecida a nivel federal para delincuentes sexuales. La legislación en México se centra en penas de prisión y medidas de rehabilitación y tratamiento psicológico para las personas condenadas por delitos sexuales. Sin embargo, ha habido propuestas y debates en varios estados del país en torno a la implementación de la castración química como una posible pena adicional o alternativa para los agresores sexuales.