En medio de una preocupante crisis hídrica, México enfrenta uno de los desafíos más significativos de su historia moderna.
Con más del 60 por ciento de su territorio sumido en condiciones de sequía, la nación se ve asolada por una escasez de agua que afecta a más de mil 565 municipios, siendo 395 de ellos víctimas de condiciones extremas, según datos alarmantes proporcionados por la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Las regiones más afectadas emergen como destellos de advertencia en un panorama sombrío: los estados que se ven afectados al 100 por ciento por la sequía y por ende los ríos que tienen: Aguascalientes, Chihuahua, Ciudad de México, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Morelos, Quintana Roo, Sinaloa y Tamaulipas.
Mientras, Jalisco, Estado de México, Michoacán, Nayarit, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora y Zacatecas tiene un “porcentaje menor” de afectación por la falta de agua.
El Río Bravo, con un cauce no navegable y atravesando múltiples estados, sufre una sobreexplotación preocupante. En ocasiones, llega a secarse por completo debido a esta situación.
En particular, la evaporación del Río Mixteco ha desencadenado una crisis sin precedentes en el sur de Puebla, privando a las comunidades de un vital flujo de aproximadamente 26 mil litros de agua por segundo.
Los ríos de Nuevo León, Ramos, Raíces, El Fraile, La Silla, Santa Catarina, Pesquería, entre otros, tienen una sequía grave, tomando en cuenta que en 2018 vivieron una crisis similar.
Lago de Pátzcuaro como paso peatonal
La situación se torna aún más crítica al observar el estado del emblemático Lago de Pátzcuaro. En la comunidad de Jaracuaro, situada a escasos 300 metros de la isla de Janitzio, la escasez de lluvias y el saqueo despiadado del agua han dejado al descubierto lechos antes sumergidos.
Lo que alguna vez fue un lugar de natación y pesca, ahora puede ser cruzado a pie en gran parte de su extensión.
Los miembros del Consejo Comunal denunciaron que el agua, saqueada mediante pipas para cultivos irregulares y venta clandestina en comunidades vecinas, alcanza precios exorbitantes de hasta 2 mil pesos por pipa.
Ante este escenario desolador, los llamamientos a la acción resuenan con urgencia. Es imperativo proteger los ríos de México, las arterias vitales de la nación, y hacerlo es una responsabilidad compartida por todos. Desde empresas hasta particulares y el gobierno, todos deben comprometerse a cumplir con lo estipulado en la Ley de Aguas Nacionales, que regula el uso y la conservación del recurso hídrico en el país.
Con una red hidrográfica que abarca 633 mil kilómetros de longitud, México cuenta con una vasta infraestructura natural que representa una parte significativa de su riqueza ambiental.
Sin embargo, la sobreexplotación y el descuido han puesto en peligro la salud de estos recursos. Los siete principales ríos del país, incluidos el Grijalva-Usumacinta, el Papaloapan, Coatzacoalcos, Balsas, Pánuco, entre otros, qué juntos conforman el 71 por ciento del flujo hídrico nacional, enfrentan amenazas cada vez más graves debido a la sequía y la explotación descontrolada.
La denuncia de cualquier irregularidad en el manejo del agua es fundamental para combatir esta crisis. Existen canales establecidos para presentar quejas y reportar abusos, y es crucial que estos canales sean utilizados de manera efectiva para garantizar la protección de nuestros recursos hídricos para las generaciones futuras.