Rodolfo Guzmán Huerta, conocido universalmente como El Santo, es una figura inolvidable en la historia de la lucha libre en México. Este enmascarado de plata defendió su identidad detrás de la máscara en 37 ocasiones, consiguiendo un récord impresionante de 18 victorias en despojos de máscaras y 19 en apuestas de cabelleras. Su récord invicto en el ring contrasta con el episodio fuera de él, donde perdió su máscara ante tres periodistas: Guillermo Ochoa, Ricardo Rocha y, sobre todo, Jacobo Zabludovsky.
La revelación de su rostro ocurrió en tres momentos distintos, siendo el último, en el programa “Contrapunto” de Zabludovsky, el que más impacto causó.
El luchador quien falleció 37 años atrás debido a un infarto, dos semanas después de la divulgación de su identidad visual, se mantiene como uno de los luchadores más legendarios y representativos de México. Su figura trasciende el ámbito deportivo, siendo un símbolo cultural de heroísmo y misterio que perdura a través de las generaciones.
Así se desenmascaró El Santo ante tres periodistas
En enero de 1984, durante su participación en el programa Contrapunto, conducido por Jacobo Zabludovsky, El Santo, luchador icónico conocido también como el enmascarado de plata, expuso públicamente su rostro, un hecho que marcó un antes y un después en el mundo de la lucha libre en México.
La revelación fue inmortalizada al congelarse la imagen y repetirse en el noticiero 24 Horas, rompiendo así un acuerdo previo de no repetición ni congelamiento de la imagen, lo que fue considerado por su hijo como un abuso de confianza hacia Rodolfo Guzmán Huerta, nombre real del luchador.
Antes de este momento, El Santo ya se había despojado brevemente de su máscara en televisión. En 1982, durante el programa “Hoy Mismo” de Guillermo Ochoa, quiso demostrar que seguía en forma quitándose la máscara rápidamente, y repitió el acto en 1983 en el programa “En Vivo” de Ricardo Rocha.
Antes de desenmascararse, se mostró un fragmento de la película “El Santo vs. la mafia del vicio” como preámbulo a la revelación de su rostro. Este momento fue seguido de comentarios halagadores por parte de Wolf Ruvinskis, destacando la familiaridad que ya tenía El Santo sin su máscara en su comunidad.
La muerte de El Santo, apenas días después de esta revelación, el 5 de febrero de 1984, alimentó la leyenda de que habiendo perdido su última batalla por el anonimato, también perdió su lucha contra la mortalidad.
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