Día Mundial de la Enfermedad de Chagas: éstas medidas en la higiene personal reducen el riesgo de contraerla

La enfermedad de Chagas es una infección causada por un microorganismo llamado Trypanosoma cruzi, cuyo trasmisor es la picadura de un insecto conocido como “vinchuca”. América Latina es la zona donde la condición es más común debido a las condiciones precarias que conforman un entorno ideal el bicho. Al contraer la infección, los principales órganos afectados son: corazón y el sistema digestivo, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Si se desatiende, puede causar problemas serios de salud a largo plazo y hasta la muerte, pues los síntomas pueden presentarse luego de 20 años haberla contraído, según Mayo Clinic.

El 14 de abril se conmemora el Día Mundial de la Enfermedad de Chagas para concientizar sobre esta patología silenciosa que afecta a entre 6 y 8 millones de personas en México, Centroamérica y América del Sur, conforme a las estimaciones de la OPS en 2022. Durante el transcurso de 2024, se han registrado en territorio nacional un total de 12 casos nuevos de esta infección en su forma aguda, de acuerdo con el boletín del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica de la Secretaría de Salud (SSA).

Por otro lado, los casos de la forma crónica de la Enfermedad de Chagas acumulados en 2024 ascienden a 175, reveló el último informe del organismo de salud. La disparidad entre los casos agudos y crónicos resalta tanto los desafíos en el diagnóstico de la enfermedad en sus primeras etapas como la necesidad de fortalecer los programas de salud que dirijan esfuerzos hacia la educación, prevención y manejo integral de los afectados en México. La SSA, ha recomendado algunas medidas higiénicas para reducir el riesgo.

La enfermedad de Chagas, una condición crónica transmitida principalmente por el insecto conocido como chinche besucona, afecta a millones y puede causar graves daños a largo plazo. La detección temprana y las medidas preventivas como el uso de mosquiteros y la higiene en el manejo de alimentos son cruciales para su control. Entre otras recomendaciones, según señalan especialistas de la Secretaría de Salud, destacan:

• Hacer estudios para identificar de dónde provienen los insectos transmisores y determinar el riesgo de infección para la población.
• Aplicación de insecticidas de acción residual en las viviendas y sus alrededores para eliminar el peligro.
• Implementación de medidas para mejorar las condiciones de las viviendas y fomentar la limpieza, evitando así la infestación por el vector.
• Adopción de medidas preventivas personales como el uso de mosquiteros e higiene en la preparación, transporte, almacenamiento y consumo de alimentos.

• Desarrollo de acciones de información, educación y comunicación adaptadas a diferentes grupos y contextos sobre prevención y vigilancia de la enfermedad.
• Realizar pruebas en la sangre, órganos, tejidos o células donados y en los receptores para evitar la transmisión.
• Garantizar acceso a diagnóstico y tratamiento oportunos para aquellos que lo requieran, especialmente durante la infancia y mujeres en edad fértil antes del embarazo.
• Pruebas específicas para hijos de madres infectadas que no recibieron tratamiento antiparasitario antes del embarazo.

La detección temprana y el adecuado tratamiento en mujeres en edad fértil son fundamentales para prevenir la transmisión congénita transplacentaria de una enfermedad endémica que afecta actualmente a 21 países de las Américas. Esta patología, que incide en unos seis millones de individuos en la región, puede ser curada si el tratamiento farmacológico se administra durante la fase temprana de infección, en los días subsiguientes a la exposición al patógeno.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha indicado que la enfermedad de Chagas puede ser combatida efectivamente con la administración de tratamientos antiparasitarios específicos, siendo el benznidazol y el nifurtimox los medicamentos recomendados. Estos tratamientos son cruciales para eliminar el parásito causante de esta afección durante su fase inicial o aguda. No obstante, la eficacia de estas intervenciones disminuye a medida que avanza el tiempo de infección, encontrándose limitaciones en su aplicabilidad en etapas más avanzadas de la enfermedad, así como un incremento en la aparición de efectos secundarios entre los pacientes de mayor edad.

Respecto a los síntomas y etapas, hay dos fases críticas en su desarrollo: el agudo seguido de una fase crónica, según los estudios de instituciones médicas especializadas. Durante la primera, que dura aproximadamente dos meses tras el contagio, el volumen de parásitos Trypanosoma cruzi en la corriente sanguínea alcanza su punto máximo, aunque frecuentemente esta etapa transcurre sin síntomas o presenta manifestaciones leves y generales que incluyen fiebre y dolor muscular.

En esta fase aguda, las señales más específicas de la enfermedad pueden incluir lesiones cutáneas y la hinchazón de un párpado, síntomas menos comunes pero más distintivos. Estos indicadores son a menudo pasados por alto debido a su naturaleza inespecífica, lo que puede complicar el diagnóstico temprano y el tratamiento efectivo. La identificación temprana es clave para prevenir el avance hacia la fase crónica, donde las consecuencias pueden ser más graves y difíciles de manejar.

A pesar de la amplia difusión de parásitos en la sangre durante la etapa inicial, muchos pacientes pueden no experimentar ningún malestar o, en el caso de presentarlos, estos suelen ser ambiguos, como aumento de tamaño de ganglios linfáticos, palidez y dificultad para respirar. Estas manifestaciones pueden confundirse fácilmente con otras enfermedades, retrasando un diagnóstico correcto. Además, la dificultad para respirar, el dolor abdominal o torácico son síntomas que pueden alarmar a los afectados, impulsando la búsqueda de atención médica, aunque no siempre se asocian directamente con el Chagas.