Quién fue Leona Vicario, considerada la primera periodista de México

Leona Vicario es celebrada por su contribución a la independencia de México. Su historia vive sobrevive hasta el presente como un testimonio de cambio en tiempos determinantes en el camino hacia la libertad que recorrió el país desde el 16 de septiembre de 1810. En la actualidad también es recodada por el traslado de sus restos a la Columna de la Independencia, donde recibió los honores post mortem.

Su trabajo como periodista y activista resultó fundamental para la emancipación del país, convirtiéndola en una precursora del periodismo femenino en México y un símbolo de la lucha insurgente. En 2020, el Gobierno de México nombró el año en su honor, reconociendo su legado como Madre de la Patria.

María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, mejor conocida como Leona Vicario, nació el 10 de abril de 1789 en la Ciudad de México. Su padre fue un comerciante español llamado, Gaspar Martín Vicario, quien se casó con la madre de Leona, Camila Fernández. Ambo se aseguraron que su hija recibiera una educación de acuerdo a los cánones de la época, lo que desató el ingenio de la mujer, de acuerdo con la biografía disponible en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

Leona Vicario dominaba las bellas artes, las ciencias y varios idiomas, estos conocimiento permitieron que desarrollara una aguda conciencia crítica y social que más tarde canalizó a través del periodismo. Su matrimonio con Andrés Quintana Roo, y su implicación directa en la insurgencia, consolidó su posición como una figura central en la guerra por la independencia de México. A través de su labor periodística, Vicario fue pionera en la difusión de las causas revolucionarias, utilizando su pluma para apoyar la causa insurgente.

Leona Vicario también en la logística y financiamiento de la independencia. Proveía de recursos materiales y económicos a los insurgentes y utilizaba su habilidad para recabar y transmitir información crucial para el movimiento.

Se unió al grupo clandestino Los Guadalupes. Esta agrupación fue esencial en el conflicto al proveer de inteligencia, así como recursos materiales y armamentísticos a los insurgentes. La historia de Vicario ilustra no solo su contribución vital en la inteligencia militar al inicio de la guerra de independencia sino también subraya la participación femenina en este proceso histórico.

Su captura en 1813, a raíz de la intercepción de correspondencia dirigida a los rebeldes, no mermó su espíritu; al contrario, se negó a delatar a sus compañeros, acción que le ganó el rescate y la admiración de Ignacio López Rayón. Tras su liberación, encontró seguridad y compañerismo en Oaxaca junto a Andrés Quintana Roo, su futuro esposo, con quien viviría el resto de la guerra, manteniéndose fiel a la causa hasta la consumación de la independencia, desoyendo cualquier oferta de clemencia por parte del gobierno virreinal.

Enfrentó críticas en su momento, como las de Lucas Alamán quien en 1831 desestimó sus acciones atribuyéndolas a un “cierto heroísmo romancesco”. Sin embargo, Vicario defendió su participación en la gesta independentista con firmeza, asegurando que las mujeres no solo eran movidas por el amor, sino también por “los deseos de la gloria y de la libertad de la patria”. Falleció el 21 de agosto de 1842, con una memoria de valor y determinación.