Resulta común escuchar que la mente y el cuerpo son dos entidades separadas y que poco tienen que ver entre ellas. Por ello se consideró que las capacidades mentales determinan la inteligencia y habilidades de los seres que las poseen. Desde una perspectiva filosófica, Platón dio forma a la concepción de que la mente y el cuerpo son dos entidades distintas.
La concepción de filosofía que sostenía Platón era que el alma o la mente podían acercarse al conocimiento de la verdad. Lo interesante es que lo que las cosas son en realidad y por lo tanto, la verdad, paradójicamente, no se encuentran en el mundo que percibimos con los sentidos. La verdad de las cosas es una abstracción pura de lo que aparece en la cotidianidad.
Así, en la historia del pensamiento, las teorías acerca de lo que la mente era comenzaron acercándola a la idea de la verdad. En este caso, la verdad es esencialmente lingüística, es decir, se expresa mediante el lenguaje y se manifiesta mediante juicios y razonamientos que dependen del mismo proceso lógico que el lenguaje. En este panorama estudiar la mente de los animales o en cierto sentido, considerarlos con la capacidad de realizar operaciones mentales análogas a las de los seres humanos, era proporcionarles un estatus ontológico que no les correspondía debido a su falta de lenguaje.
Incluso a mediados del siglo XX los etólogos Allen y Beatrix Gardner intentaron realizar pruebas de aprendizaje donde se enseñaba a algunos simios a comunicarse con los seres humanos. En este sentido, la inteligencia y la conciencia se han asimilado a la posesión del lenguaje.
Es verdad, que los seres humanos podemos articular ideas complejas y comunicarlas mediante signos lingüísticos. Sin embargo, la premisa deducida por este razonamiento, que sin la posesión de lenguaje no hay pensamiento ni conciencia del mundo es certera. Existen posturas filosóficas contemporáneas como las de John McDowell que afirman que sin lenguaje no puede haber una percepción del mundo, lo que deja en mala posición no solo a los animales sino también a los bebés humanos.
Por el contrario, en investigaciones recientes se ha mostrado que algunas especias como los chimpancés, delfines y algunas especies de aves, por citar algunos, poseen huellas de sonido, es decir, que los sonidos que emiten son similares en contextos similares, es decir, algo parecido a un dialecto que es interpretable por ellos mismos.
Sin desear hacer un símil entre huellas sónicas y lenguaje humano, puede argumentarse que los animales no poseen una sintaxis que permita la articulación de sonidos con significado en ideas más complejas y abstractas, de nuevo pareciéramos regresar al pensamiento de Platón donde la realidad del mundo escapa a lo que está ante nosotros y es percibido.
Ideas como las que acaban de señalarse ocupan un lugar central en el pensamiento de numerosos filósofos y teóricos de la mente que han sido centrales en el desarrollo del pensamiento filosófico y científico. Estas ideas serán presentadas esquemáticamente en escritos posteriores para después presentar planteamientos que las cuestionan y permiten acercarnos desde una perspectiva plural a la idea de otras mentes y otras maneras en que se ha desarrollado la “conciencia” en diversos medios naturales.
Semblanza: Rodrigo Cervantes. Estudiante del doctorado en filosofía contemporánea en la BUAP. Estudiante de DCV en la UNAM. Mis áreas de estudio principales son la filosofía de la mente y la ciencia, la filosofía del lenguaje y la fenomenología.