El Viernes Santo, para los cristianos, no es solo un día más en el calendario litúrgico. Es un día cargado de significado, de profunda reflexión y devoción.
Es un momento en el que se conmemora el sacrificio supremo de Jesucristo por la humanidad, su crucifixión y muerte en la cruz.
En este día, la iglesia católica y muchas otras ramas del cristianismo llaman a la penitencia, al recogimiento y a la reflexión sobre los eventos que llevaron a la crucifixión de Jesús y sobre su mensaje de amor y redención.
“Es tradición rezar el Via Crucis por la mañana, para acompañar el caminar de Jesús hasta su muerte en la cruz. Este día no se celebra la Misa en ninguna parte del mundo. La celebración litúrgica más importante de este día se centra en la Pasión de Cristo; se lleva a cabo entre las 3 y las 5 de la tarde. No es una Misa, aunque sí se da en ella la Comunión”, se lee desde el portal Desde La fe.
¿Qué está prohibido hacer este Viernes Santo?
Las tradiciones que rodean el Viernes Santo son diversas y profundamente arraigadas en la fe de los creyentes. Sin embargo, también se han creado algunas prohibiciones o restricciones, vistas como una forma de respetar y honrar el sacrificio de Jesús.
Entre estas prohibiciones, se encuentran aquellas acciones que puedan lastimar a otras personas y que rompan la armonía familiar.
Es un llamado a cultivar relaciones saludables, a reconciliarse con aquellos a quienes hemos lastimado y a buscar la paz y la unidad en nuestros hogares y comunidades. Además, se debe ayunar, haciendo solo una comida fuerte al día y tener abstinencia de carne.
La tradición religiosa también nos recuerda los eventos específicos que llevaron a la crucifixión de Jesús. Desde su condena por Poncio Pilato hasta su agonía en el Monte Calvario, cada momento es recordado con reverencia y devoción.
Según la creencia, Jesús cargó su cruz, fue azotado y humillado, llevando sobre sí el peso del pecado del mundo. Su muerte en la cruz, junto a dos ladrones, es el punto culminante de su sacrificio redentor. En su agonía, pronunció sus últimas siete palabras, palabras de perdón, amor y entrega total a la voluntad divina.
El Viernes Santo nos invita a sumergirnos en la profundidad de la fe, a contemplar el misterio de la pasión de Cristo y a renovar nuestro compromiso con su mensaje de amor y salvación.