Sergio Villarreal Barragán, mejor conocido como ‘El Grande’, fue uno de los operadores más importantes del Cártel de los Beltrán Leyva, quien contaba con datos sobre uno de los delitos que marcaron a la Ciudad de México al darse a conocer la presencia de organizaciones criminales.
Tras su arresto, el 12 de septiembre del 2011, Villarreal Barragán reveló datos sobre el hallazgo de las cabezas humanas que fueron abandonadas al exterior del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), al afirmar que fueron miembros de la organización a la que pertenecía, quienes se encargaron ultimarlos.
“El 12 de septiembre del 2011, detuvieron en Puebla a Sergio Villarreal Barragán, ‘El Grande’, un miembro de los Beltrán Leyva, entonces se supo como y porque murieron Gerardo, Carlos, y también Jorge Villegas Valdivia, cuyo cuerpo se encontró en el municipio de Otumba, días después del hallazgo de sus compañeros, según las confesiones de ‘El Grande’, la Procuraduría General de la República (PGR), cuatro hombres que se hicieron pasar por Policías Federales secuestraron a los trabajadores, horas antes de matarlos, llegaron a las oficinas de la empresa, situada a algunos metros del aeropuerto en la colonia Moctezuma, preguntaron por ellos y se los llevaron en una camioneta negra. ‘El primero en ser asesinado fue Carlos Alberto Tapia, con quien me arreglé para que recibiera la droga’, confesó Sergio Villarreal”, se lee en el libro ‘Narcos de México’ de Antonio Nieto.
En su relato, Villarreal Barragán argumentó que cuatro hombres que se hicieron pasar por Policías Federales, se encargaron de privar de la libertad a los tres individuos identificados como Gerardo, Carlos y Jorge Villegas Valdivia.
En otras de sus palabras a las autoridades indicó que el primero en ser finado fue Carlos Alberto Tapia, quien había sido el encargado de recibir la droga que fue confiscada por las autoridades, quienes recibieron el aviso de la empresa aduanera Jet Service, que prestaba el servicio a la empresa alemana de aviación, Lufthansa.
Fueron varios kilos de cocaína que llegaron al AICM, los que fueron confiscados en 2007, a pesar de que los Beltrán Leyva tenían acuerdos con los empleados, por lo que decidieron terminar con su existencia en venganza por las grandes pérdidas.
Para ese tiempo, Arturo Beltrán Leyva ya tenía poco más de año y medio de haber sido abatido en un domicilio ubicado en Cuernavaca, Morelos, cuando se encontraba descansando, pues le pidió prestada su masajista a Édgar Valdez Villarreal, ‘La Barbie’.