Para principios de la década de 1950, los operativos coordinados por los gobiernos de México y Estados Unidos para contrarrestar la siembra de drogas en el norte del país orilló a quienes desempeñaban esta actividad a buscar oportunidades en otros territorios.
En consecuencia, los cultivadores se asentaron en estados como Jalisco, Nayarit y Michoacán, según informes de la extinta Procuraduría General de la República (PGR) citados por Enrique Guerra Manzo en su libro Territorios violentos en México. El caso de Tierra Caliente, Michoacán.
En las décadas siguientes, la siembra de amapola (adormidera) y marihuana se convirtió en una actividad cada vez más común en la población debido a las ganancias que podían obtener mediante su venta.
Por aquellos años ocurrieron múltiples episodios violentos que involucraron a narcotraficantes y elementos policiales, al mismo tiempo que se recibían denuncias de presuntos vínculos entre criminales y figuras de la política local, como la hermana de Ignacio Espinosa, antes candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la alcaldía de Tepalcatepec.
Ante este escenario, las fuerzas de seguridad recibieron la instrucción de erradicar la siembra de drogas en la región. Según documentos mencionados por el autor del libro, el general Salvador Rangel Medina fue el encargado de encabezar tales operaciones al frete del Batallón 49 de Fuerza Ultra de Infantería, con sede en Apatzingán.
Para principios de la década de 1960, el general Rangel presumió en múltiples reportes haber logrado el desplazamiento de los cultivos de amapola, al igual que exponía que “los habitantes de las regiones afectadas se han convencido de las consecuencias negativas que trae para sus intereses la producción de enervantes”.
Sin embargo, hubo un poblado en donde la siembra de marihuana resistió los embates del Ejército: Nueva Italia de Ruiz, que antes formaba parte del municipio de Parácuaro y hoy pertenece al territorio de Múgica.
Acorde con los propios informes militares, la mayor dificultad que enfrentó la corporación para eliminar estos cultivos se debía a que “la siembran entre el maíz, en el interior de las casas y suponemos que hasta en macetas”.
La persistencia de estas plantaciones clandestinas orilló a muchos pobladores de Tierra Caliente a buscar la manera de sumarse a dichas actividades, lo que es considerado por Guerra Manzo como uno de los primeros indicadores de que el narcotráfico ya había logrado penetrar en la sociedad civil.