Cómo fue la última vez que hizo erupción el Iztaccíhuatl, “esposa” del volcán Popocatépetl

Ninguna persona viva fue sido testigo de la última actividad volcánica de la “Mujer Dormida”, pero hay registros

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La última gran erupción de la "Mujer Dormida" ocurrió hace cientos de años 

(Foto: Cuartoscuro)
La última gran erupción de la "Mujer Dormida" ocurrió hace cientos de años (Foto: Cuartoscuro)

El Iztaccíhuatl es uno de los volcanes más icónicos de todo México gracias a su espectacular forma y la historia que tiene detrás. Junto al Popocatépetl, forma parte de la cultura de muchos mexicanos, especialmente los que viven en el centro del país.

Se trata de un volcán que está dormido y que tuvo uno última erupción hace ya mucho tiempo, tanto que, de hecho, ninguna persona viva puede presumir haber sido testigo del hecho.

El nombre del volcán proviene, naturalmente, del náhuatl, y significa: “mujer blanca”, esto por la forma que tiene: la de una mujer que está acostada y cubierta por el blanco de la nieve. Se erige entre el Estado de México y Puebla, siendo la tercera montaña más alta del país, después del Pico de Orizaba y el Popocatépetl. La altura oficial del Iztaccíhuatl es de 5,230 metros sobre el nivel del mar.

Y es que la carga cultural con la que cuenta el Iztaccíhuatl es innegable. En primer lugar, se trata de un volcán que ya hace siglos generaba impresión en los antiguos mexicanos, de ahí que se le atribuyera la conocida leyenda de los volcanes, con el Popocatépetl también como protagonista.

De igual forma, la “Mujer Dormida”, dada su antigüedad, ha generado interés por parte de los arqueólogos y los entusiastas del México Antiguo, por ello se han llevado a cabo diversas expediciones y se han encontrado varios objetos que indican la naturaleza ritual de volcán.

La última erupción del Iztaccíhuatl

El Iztaccíhuatl  es un volcán que está dormido desde hace siglos
El Iztaccíhuatl es un volcán que está dormido desde hace siglos

A diferencia del Popocatépetl, el Iztaccíhuatl es un volcán que se encuentra fuera del radar de organismos de prevención de desastres en México, pues en la modernidad no se ha detectado ninguna actividad a pesar de algunos rumores que circularon hace algunos años.

La realidad es que el Iztaccíhuatl no representa, por ahora, ningún riesgo para los habitantes de Puebla y del Estado de México, ni tampoco se espera que esto cambie en el futuro próximo.

Gracias a antiguas crónicas tenemos conocimiento de que la última vez que el icónico volcán tuvo una actividad significativa fue en el año de 1868. Gracias al texto Las montañas de México. Testimonio de cronistas de Miguel Guzmán Peredo, que a su vez hace una cita de Jesús Galindo y Villa, un historiador, fue alrededor de las diez de la mañana del 20 de julio de 1868 cuando la mujer dormida despertó. Así lo cuentan:

“Se oyó un fuerte ruido en la montaña Iztaccíhuatl; que a pocos momentos notó que se cimbraba, y un reventón en la parte más elevada (...) por dicho reventón salió inmediatamente mucho aire y muy fuerte, comenzando enseguida a arrojar peñascos, los que al rodar hacia la falda arrancaron grandes árboles que encontraron en su tránsito acompañado de aguas azufrosas de color oscuro”.

La leyenda detrás del Iztaccíhuatl y el Popocatépetl

Los volcanes nos regalaron una de las mejores postales del inicio del invierno. 

Foto:
Cuartoscuro
Los volcanes nos regalaron una de las mejores postales del inicio del invierno. Foto: Cuartoscuro

Según cuenta la tradición, Iztaccíhuatl era la hija de un poderoso tlatoani (líder) y estaba enamorada de Popocatépetl, un valiente guerrero. Antes de partir a la guerra, Popocatépetl pidió al tlatoani la mano de Iztaccíhuatl en matrimonio, promesa que le fue concedida bajo la condición de su victoriosa vuelta.

Durante la ausencia de Popocatépetl, un rival celoso engañó a Iztaccíhuatl haciéndole creer que Popocatépetl había caído en batalla. Desolada por la noticia, Iztaccíhuatl falleció de tristeza. Al regresar y descubrir el destino de su amada, Popocatépetl llevó el cuerpo de Iztaccíhuatl a las montañas y suplicó a los dioses que los mantuvieran juntos por la eternidad.

Los dioses, conmovidos por el amor y sacrificio del guerrero, transformaron a los amantes en montañas, permitiendo que Popocatépetl estuviera eternamente al lado de Iztaccíhuatl.

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