En un intento por expandir sus operaciones criminales basadas en el tráfico de fentanilo, el Cártel de Sinaloa encontró en las reservas indias del norte de Estados Unidos una gran oportunidad.
Una reciente investigación de NBC News, sustentada en documentos judiciales, revela que el estado de Montana se convirtió en una base de operaciones para este grupo criminal debido a la reducida vigilancia en dichas zonas y las dificultades a las que las fuerzas del orden se enfrentan para actuar en las tribus.
El descubrimiento de esta red de narcotráfico se remonta a marzo de 2020, cuando elementos de seguridad detuvieron a Ricardo Ramos Medina, un expolicía mexicano que llevaba medio kilogramo de metanfetamina en su camioneta. La había recogido en un lugar cercano al Aeropuerto Internacional de San Diego y tenía la misión de llevarla, por tierra, hasta Montana.
Ramos Medina formaba parte de una célula del Cártel de Sinaloa que, según estimaciones de varios fiscales citadas por NBC News, introdujo en Montana al menos una tonelada de metanfetamina y 700 mil pastillas de fentanilo durante tres años.
Aunque en un inicio el caso desconcertó a las autoridades, pronto se dieron cuenta del motivo por el cual dicho estado, colindante con Canadá, era tan atractivo para el cártel.
Stacy Zinn, exagente de la Administración para el Control de Drogas (DEA), reveló al medio que en Montana el fentanilo puede venderse hasta 20 veces más caro que en otras regiones del país.
Con un costo de producción menor a un dólar, una pastilla de este opioide suele venderse en Seattle y Denver por entre tres y cinco dólares. Sin embargo, en algunas partes de Montana una pastilla de fentanilo puede costar hasta 100 dólares.
Para infiltrarse en algunas reservas, los miembros del cártel comenzaron a relacionarse con mujeres de las tribus de manera que pudieran vender drogas. Además, suelen atraer a nativos americanos regalándoles un lote inicial de drogas y “convirtiéndolos en adictos endeudados”, explica la investigación.
Antes, los centros de producción de metanfetamina eran comunes en Montana, pero se vieron mermados por las restricciones a los precursores químicos necesarios para fabricarla.
A raíz de eso, el Cártel de Sinaloa comenzó a enviar informantes a las reservas para saber quiénes distribuían droga en pequeñas cantidades y elegir a sus objetivos. En la mayoría de las ocasiones, persiguen a las mujeres solteras en las tribus y usan sus casas como bases de operaciones.
Además de los altos índices de drogadicción mencionados en el reportaje, la escaza presencia de autoridades hacen de estas comunidades una opción ideal para el cártel.
La tribu Cheyenne del Norte, por ejemplo, tiene dos agentes de la Policía Tribal por turno para resguardar a seis mil habitantes, mientras que la reserva Crow cuenta con entre cuatro y seis policías por turno. A esto se añade que, por lo general, estos cuerpos de seguridad tiene prohibido detener a personas ajenas a la reserva y, para la intervención de las autoridades estatales, debe existir un acuerdo con las tribus.
Y aunque la captura de Ramos Medina derivó en el arresto de 21 miembros adicionales del Cártel de Sinaloa que integraban esta célula, las reservas indias aún enfrentan dificultades respecto al personal de seguridad y a las necesidades de sus hospitales para atender los casos de adicción a diversas sustancias.