En la Ciudad de México, una de las metrópolis más grandes del mundo, se enfrenta a un problema crítico de desperdicio de agua. A pesar de los esfuerzos por mantener un suministro adecuado, se estima que aproximadamente el 40% del agua canalizada a través de los sistemas de abasto y drenaje se pierde en fugas, lo que conlleva impactos económicos, sociales y ambientales significativos.
Este fenómeno se atribuye a una serie de factores interrelacionados, pues en primer lugar, la infraestructura obsoleta de la ciudad es un punto de partida fundamental.
Las antiguas tuberías y sistemas de distribución de agua presentan deterioros y deficiencias que facilitan las fugas y pérdidas de agua durante el transporte hacia los usuarios.
Además, los hábitos de consumo inadecuados de los residentes también contribuyen al problema. Muchas personas no son conscientes del impacto de sus acciones cotidianas en el consumo de agua.
Prácticas como dejar correr el agua mientras se cepillan los dientes o lavar vehículos con mangueras sin restricciones son comunes y agregan una carga adicional al desperdicio de este recurso.
Cultura de la moderación
Otro aspecto relevante es la falta de una cultura arraigada de reutilización y aprovechamiento del agua de lluvia. A pesar de las precipitaciones abundantes que caracterizan la región, gran parte del agua de lluvia se pierde al fluir directamente hacia los sistemas de drenaje, en lugar de ser recolectada y utilizada de manera eficiente para reducir la demanda de agua potable.
Por otra parte, el tratamiento inadecuado de las aguas residuales también representa un desafío importante. Una gran proporción de las aguas residuales generadas en la Ciudad de México no recibe tratamiento adecuado, lo que impide su reutilización y contribuye a la contaminación ambiental y a la pérdida de recursos valiosos.
Los efectos negativos del desperdicio y la contaminación del agua son muy fuertes, pues además de representar riesgos para la salud pública debido a la presencia de contaminantes, la pérdida y contaminación del agua también tienen impactos negativos en los ecosistemas acuáticos locales, afectando la biodiversidad y la salud de los ecosistemas acuáticos.
En respuesta a esta problemática, el Gobierno de la Ciudad de México ha implementado una serie de medidas para abordar el desperdicio de agua y garantizar un suministro sostenible para la población.
Una de estas medidas incluye la construcción del Nuevo Sistema de Potabilización de la Presa Madín, que tiene como objetivo mejorar el abastecimiento de agua en la Zona Metropolitana del Valle de México.
Además, se están llevando a cabo acciones para rehabilitar y mejorar la infraestructura de suministro de agua, así como para promover la instalación de sistemas de cosecha de agua de lluvia en viviendas y escuelas públicas, con el fin de fomentar una cultura de conservación y uso eficiente del recurso hídrico.