Santa Claus es un personaje muy representativo de la Navidad, por lo que las niñas y niños de todo el mundo le escriben cartas para pedirle regalos; sin embargo, es cierto que su origen no es mexicano, así que hubo un presidente quien intentó hacer que Quetzalcóatl fuera el protagonista de las fechas de diciembre.
El intento de Pascual Ortiz Rubio —cuyo periodo presidencial fue del 5 de febrero de 1930 hasta que renunció el 2 de septiembre de 1932— no tuvo mucho éxito, pues aunque su intención era promover las tradiciones mexicanas entre las infancias, terminó haciendo a los representantes y devotos de la iglesia católica.
Fue el 27 de noviembre de 1930 cuando el Gobierno mexicano intentó promover el arraigo cultural reemplazando al tradicional Santa Claus por la figura prehispánica de Quetzalcóatl como símbolo de la navidad. Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, entonces secretario de Educación Pública, anunció la innovadora iniciativa que, aunque breve, buscaba inculcar en la infancia el amor por la herencia nacional.
Dicha medida fue el resultado de una conversación entre Trejo y Lerdo de Tejada y Ortiz Rubio, donde acordaron la sustitución de Santa Claus con el objetivo de “engendrar en el corazón del niño amor por nuestra cultura y nuestra raza”, según palabras del secretario; sin embargo, el cambio no fue bien recibido por todos. Es importante mencionar que en la década de los treintas la iglesia católica aún tenía una presencia mucho mayor en el país.
El 23 de diciembre de ese mismo año, se llevó a cabo un evento en el entonces Estadio Nacional de la Colonia Roma en el que se pretendía celebrar la llegada de Quetzalcóatl.
Se erigió una estructura semejante a una gran pirámide azteca y, en presencia del presidente Ortiz Rubio, su esposa, el gabinete y el cuerpo diplomático, la figura de Quetzalcóatl ascendió las escalinatas y distribuyó dulces y juguetes entre los niños.
Además de dicho evento, también se difundieron imágenes en las que se intentó cambiar la imagen de Santa Claus por la de Quetzalcóatl, este tipo de imágenes se encontraban en la invitación que fue repartida en muchas escuelas.
En la publicidad oficialista se establecía que los regalos podían ser traídos por los Reyes Magos, Santa Claus o Quetzalcóatl.
A pesar del entusiasmo oficial, la iniciativa no logró popularidad y fue la primera y última vez que se intentó reemplazar a Santa Claus con la deidad prehispánica. Y es que independientemente del origen de una tradición, las personas abrazan y adoptan las costumbres o creencias a lo largo del tiempo, por lo que no se pueden cambiar de forma artificial de un momento a otro.
Ya que la Navidad se celebra por el nacimiento de Jesús, los pueblos prehispánicos no tenían alguna festividad relacionada a esto; sin embargo, si tenían una fiesta para el solsticio de invierno, el cual marcaba el inicio de un nuevo ciclo.
Dicha celebración era Panquetzaliztli y significaba que el dios Huitzilopochtli había vencido a la diosa de la luna, pero definitivamente no tenía ninguna relación con alguna deidad prehispánica llevando regalos a las niñas y niños.
Qué comían Maximiliano y Carlota para celebrar la Navidad en México
Uno de los registros más antiguos de la celebración navideña por parte de la pareja imperial data de 1864, año en el cual adelantaron los festejos debido a compromisos de gobierno. En el Castillo de Chapultepec, ofrecieron un banquete con una variedad de platillos europeos, desde aperitivos hasta postres, pasando por una selección de carnes frías, para complacer a la alta sociedad mexicana.
El menú que Maximiliano y Carlota ofrecían durante los bailes fue dado a conocer gracias a un catálogo que fue puesto revelado al público durante una subasta de 2019.