Dos millones de dólares fue la cifra que soltó Joaquín El Chapo Guzmán para garantizar su seguridad al interior del penal de Almoloya de Juárez, pero no fue el único pago que desembolsó al coordinador general de Contrainteligencia del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Genaro García Luna; garantizar que el líder del Cártel de Sinaloa estuviera “cómodo” y siguiera operando desde la prisión costó al detenido en junio de 1993 en Guatemala una millonaria suma.
Pocos fueron los funcionarios que pudieron acercarse a El Chapo Guzmán -muchos menos los que lo interrogaron-, pero entre ese reducido número se encontraban Genaro García Luna y Luis Cárdenas Palomino, según versiones de Dámaso López Nuñez y José Luis Reyna, recogidas por el periodista Jesús Lemus en su libro El Licenciado.
En esos interrogatorios El Chapo Guzmán ofreció 100 mil dólares mensuales a García Luna a cambio de su comodidad durante su estadía en la cárcel: el pago se habría cumplido los dos años y cinco meses que el líder del Cártel de Sinaloa estuvo en Almoloya de Juárez, en el Estado de México, y luego el trato se trasladó junto con Guzmán Loera al penal de Puente Grande Jalisco. Al menos hasta que se cansó de las rejas y se fugó.
De haberse concretado cada pago de manera puntual -no pagar no es opción para el narco-, en los más de siete años que El Chapo Guzmán pasó en prisión habría desembolsado nueve millones de dólares a Genaro García Luna; además, cuando estaba listo para dejar la cárcel de máxima seguridad Ismael El Mayo Zambada negoció el pago de otros cinco millones de dólares. En total, el ex secretario de Seguridad Pública del ex presidente Felipe Calderón habría recibido 16 millones de dólares.
La lujosa vida de El Chapo Guzmán en Puente Grande
“El rey de la prisión”. Así calificó la periodista Anabel Hernández a El Chapo Guzmán durante su estadía en el penal de Puente Grande Jalisco; según información contenida en el libro Emma y las otras señoras del narco el ex líder del Cártel de Sinaloa y Héctor “El Güero” Palma vivían una vida de excesos y lujos al interior de la cárcel de máxima seguridad de Jalisco.
“Adicto a las drogas y al sexo. Competía con el Güero para ver quién duraba más en el acto sexual y quién acumulaba más mujeres. Mandaban traer prostitutas de afuera, cuando eso no era posible contrataban enfermeras, encargadas de la limpieza y cocineras del penal”.
El encargado de garantizar que el acuerdo entre El Chapo Guzmán y Genaro García Luna se cumpliera era un ex comandante de la Policía Judicial Estatal y ex agente del Ministerio Público de Sinaloa que fue designado como jefe de custodios del Penal de Puente Grande a finales de 1995, su nombre, Dámaso López Núñez, alias “El Lic”.
“El Chapo se cansó del encierro porque afuera el cártel (de Sinaloa) se estaba saliendo de control”, dijo Noé Hernández, uno de los presos de Puente Grande a Jesús Lemus; el motivo, ayudar a El Mayo Zambada a retomar las riendas del también llamado Cártel del Pacífico.
Cuando El Chapo Guzmán se fugó -en un carrito de lavandería, según la versión oficial, o vestido de policía como señalan Lemus y Hernández- Genaro García Luna ya había escalado demasiado en su carrera policial y aunque aún no se le conocía con el apodo de “súper policía” si estaba a cargo de las labores de inteligencia para el control de los penales; una tarea propia de la Secretaría de Gobernación pero debido a la “popularidad” y reconocimiento del que gozaba, el ahora detenido en Estados Unidos, se le delegó la responsabilidad de cuidar a los criminales con quienes terminó pactando a cambio de millones de dólares.