¿Mito o realidad? 5 datos sobre el manto de la Virgen de Guadalupe que han causado controversia

La tilma de Juan Diego es un objeto religioso histórico rodeado de mitos que este 12 de diciembre cumple 492 años de existencia desde que la Virgen de Guadalupe se apareció en el cerro de Tepeyac.

De acuerdo con el relato más conocido, plasmado en el documento conocido como el “Nican Mopohua” que data del siglo XVI, la Virgen María se le apareció a Juan Diego en el cerro del Tepeyac en diciembre de 1531, pidiéndole que erigiera una iglesia en su honor.

Juan Diego le informó al obispo de México, Fray Juan de Zumárraga de la petición, pero este último le pidió una prueba de la aparición. En una ulterior aparición, la Virgen le ordenó a Juan Diego recoger rosas de un lugar cercano donde no solían crecer, especialmente en diciembre. Al presentar las flores al obispo, desplegando su tilma, apareció entonces impresa en ella la imagen de la Virgen de Guadalupe.

La imagen se ha convertido en un símbolo religioso muy importante en México y en todo el mundo hispanohablante, atrayendo a millones de peregrinos cada año. La tilma se encuentra actualmente en la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, uno de los sitios de peregrinación católica más visitados en el mundo sólo detrás del Vaticano.

La tilma de la Virgen de Guadalupe, en la que se encuentra su imagen, ha sido objeto de múltiples estudios a lo largo de los años, con lo que se han ido hallando respuestas a algunas preguntas, mientras que otras siguen siendo todo un misterio.

Desde el punto de vista científico y artístico, muchas investigaciones se han centrado en la tilma para entender su composición y la resistencia del material a lo largo de tanto tiempo, ya que las telas elaboradas con fibras de maguey como la que se supone es la tilma de Juan Diego, generalmente se descomponen en un periodo mucho más corto de tiempo que los más de 490 años que ha durado la imagen de la Virgen de Guadalupe.

La tilma de la Virgen de Guadalupe y las supuestas figuras en sus ojos han sido motivo de múltiples análisis. Investigadores han señalado la presencia de lo que parece ser la imagen de un hombre barbado, posiblemente el obispo Juan de Zumárraga, en la dilatación de los ojos de la Virgen, fenómeno que sigue generando debate entre la comunidad científica y los creyentes.

Los especialistas involucrados en estos estudios argumentan que las supuestas figuras podrían deberse a efectos ópticos o particularidades de las técnicas de imagen aplicadas, aunque no se descarta una posible intención artística o cualidades sobrenaturales. La controversia subsiste sin un consenso establecido sobre la naturaleza de estos hallazgos.

La discusión se intensifica entre los que opinan que tales detalles en los ojos son producto de artefactos visuales o incluso técnicas de pigmentación del material de la tilma, frente a quienes defienden la perspectiva de un fenómeno sobrenatural. Este tema sigue abierto y atrayendo la curiosidad tanto de fieles como de expertos en arte religioso y fenómenos ópticos.

Se ha reportado en distintas ocasiones que la tilma de la Virgen de Guadalupe mantiene una temperatura constante cercana a la del cuerpo humano, alrededor de 36.6°C, sin embargo, el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos ha desmentido esta afirmación.

Existen relatos que dicen que se han percibido latidos en la tilma de la Virgen de Guadalupe cuando las personas colocan su oído sobre el área del corazón de la imagen. Esta narrativa es parte de la creencia y devoción popular y se menciona frecuentemente en testimonios de fieles y peregrinos que visitan la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México.

No obstante, hasta el momento no hay ninguna prueba que demuestre este hecho y, por el contrario, algunos científicos aseguran que dicho sonido podría ser resultado de la sugestión.

En un hallazgo del siglo XVIII, el destacado pintor Miguel Cabrera identificó que la tilma, conocida como el ayate de la Virgen de Guadalupe, fue elaborada con cuatro técnicas artísticas únicas, nunca antes aplicadas sobre un solo lienzo y menos sobre un material como el ayate. Este hecho fue destacado recientemente por la Mediateca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En cuanto al rostro de la Virgen, estudios realizados indican que no presenta pinceladas ni trazos de pintura a simple vista, lo que ha llevado a algunos a considerar este hecho como algo milagroso, mientras que investigadores señalan que podría ser resultado de una técnica pictórica desconocida.

Hay algunos detalles que también se han descubierto como que el manto de la Virgen tiene algunas constelaciones y se puede ver el planeta Júpiter. Además, se dice que los astros que aparecen sobre el manto son un retrato fiel de cómo estaba el cielo del Valle de México en la fecha de su aparición en 1531, entre ellos se ve la constelación de Libra, Escorpio, Sagitario, La Osa Mayor y más.

El color del manto, un azul verdoso, se ha asociado tradicionalmente con el color del cielo y el manto de la Reina del Cielo, una representación bíblica de la Virgen María, y también puede tener conexiones con el color de los dioses de la lluvia en la mitología mesoamericana.

El cinturón negro que la Virgen lleva alrededor de su cintura se ha interpretado como un signo de embarazo en la cultura indígena, algo que se ha relacionado con la imagen de la Virgen María como madre de Cristo.

Las flores y los puntos dorados en su vestido han sido objeto de diversas interpretaciones. Una de ellas señala que las flores representan el cerro del Tepeyac cubierto de flores en diciembre, algo inusual para la temporada.