Manuel Mijares entonó el himno nacional para las 132 mil 247 personas con boleto en mano que vieron la pelea entre Julio César Chávez y Greg Haugen en el Estadio Azteca -la casa del América-, entre ellas se encontraba un personaje ligado a una de las familias más importantes del narcotráfico en México, Francisco Rafael Arellano Félix.
Era el 20 de febrero de 1993, una noche de sábado en la que se rompió el Récord Guinness del evento de boxeo con más asistencia en el mundo. También fue el final de una semana en la que Julio César Chávez prometió “arrancarle la cabeza” a Haugen; palabras también usadas por los narcos de la época.
La polémica con el norteamericano se incrementó cuando auguró que el Estadio Azteca no se llenaría, algo que puso nervioso al campeón mexicano pero que no se le notó cuando avanzaba hacia el ring -ubicado en medio de la casa del América- acompañado por uno de los líderes del Cártel de Tijuana.
“Pancho” -tal era la confianza del campeón con el Arellano Félix- se puso una peluca y caminó con el equipo de Julio César Chávez sin importarle ser uno de los hombres más buscados en el mundo y que la pelea se transmitiría en vivo.
“Del vestidor al túnel recorrimos aproximadamente diez minutos caminando (...) venía en la bola con nosotros, vestido de etiqueta y con una peluca”, escribió Julio César Chavez en su libro biográfico.
Francisco Arellano Félix y el deporte
En múltiples ocasiones Julio César Chávez ha negado tener nexos con el narcotráfico a pesar de reconocer sus amistades con El Chapo Guzmán, El Mayo Zambada, Amado Carrillo Fuentes, Ernesto Fonseca Carrillo y los hermanos Arellano Félix.
“Conozco al Mayo y al Chapo en persona. Conozco a todos (los narcos), toda mi vida la he hecho en Culiacán, Sinaloa, y de ahí han salido los narcotraficantes más buscados del mundo, pero también salió el mejor peleador mexicano de todos los tiempos”, indicó “El César del boxeo”.
Pero no fue la única ocasión que Francisco Arellano Félix convivió con una estrella del deporte nacional. En 2003 un hombre vestido de payaso asistió al Hotel Marbella en los Cabos, Baja California, para asistir y asesinar al fundador del Cártel de Tijuana; entre los invitados también se encontraba Omar Chávez, hijo de Julio César, y Jared Borgetti, el exdelantero de la Selección Mexicana.
Cuando asesinaron a Francisco Arellano Félix tenía tres años de haber recuperado su libertad luego de su “buena conducta” al interior de una cárcel de Estados Unidos; se presume que su asesinato corrió a cargo de uno de los sicarios más sanguinarios del Cártel de Sinaloa, José Rodrígo Aréchiga Gamboa, alias “El Chino Antrax”.
“El César” enloqueció a la casa del América
El cuerpo de Greg Haugen sólo duro cinco asaltos antes de que los puños de Julio César Chávez lo mandaran a la lona enloqueciendo a Francisco Rafael Arellano Félix junto a los otros 132 mil 246 asistentes al coloso de Santa Úrsula.
En menos de 15 minutos Chávez demostró ser el mejor superligero del mundo; sin embargo, la suerte de su amigo Arellano Félix fue distinta pues a finales de ese año -quizá porque lo vieron en televisión- fue arrestado en Tijuana, la ciudad que controló por más de una década con sus hermanos.
En la historia de Julio César Chávez hay otro paso memorable con la cúpula del narco en México. Cuando derrotó al “Macho Camacho” (1992) dijo asistir a una fiesta en Las Vegas, Nevada, donde se “valentonó” con El Güero Palma, Amado Carrillo, El Chapo Guzmán, El Azul, El Mayo Zambada y los Arellano Félix porque nadie tenía “perico” (coca) para darle.