Eran los días previos al 2 de octubre de 2014 y como parte de los preparativos para el aniversario número 44 de la matanza del 2 de octubre, en Iguala, Guerrero, un grupo de estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa se alistaba para participar como cada año en la marcha hacia el Zócalo capitalino; sin embargo, no llegó a su destino y 43 de ellos –a nueve años de distancia– siguen desaparecidos.
Durante la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, los 43 normalistas desaparecieron, según una de las versiones más difundidas, tras una “confusión” de la organización criminal Guerreros Unidos por una supuesta infiltración de Los Rojos entre los estudiantes.
Otras versiones apuntan a un “escarmiento” a los normalistas a manos del entonces alcalde de Iguala José Luis Abarca y de Guerreros Unidos por las protestas realizadas en días previos; y una última sugiere el intento de recuperar drogas y armas ocultas en uno de los autobuses utilizados por los jóvenes de Ayotzinapa para viajar a la Ciudad de México en el marco del 2 de octubre.
Después de nueve años sin resultados respecto al paradero de los 43 jóvenes, sus familiares continúan señalando al Ejército mexicano por ocultar información relevante en el caso y que pudiera esclarecer qué ocurrió con los estudiantes de Ayotzinapa.
En respuesta a estos señalamientos, el presidente Andrés Manuel López Obrador manifestó este 26 de septiembre –previo a la marcha en la Ciudad de México– que ya se entregó toda la información disponible en manos de las Fuerzas Armadas.
“Insisten de que el Ejército no está cooperando, que quieren que no se sepan los hechos, yo no estoy de acuerdo con eso porque el Ejército ha entregado toda la información que tiene y ha ayudado mucho a esclarecer estos casos”, enfatizó el mandatario nacional en su conferencia mañanera.
Chocan AMLO y normalistas por información del Ejército
A pesar de las declaraciones del presidente, el abogado de los familiares de los 43 normalistas, Vidulfo Rosales, lamentó que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Secretaría de Gobernación (Segob) y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) hayan “criminalizado” a los estudiantes al señalar que había “infiltrados” entre ellos.
El abogado afirmó que se está manejando una versión similar a la Verdad Histórica, en la que se pretende responsabilizar a las autoridades locales, pero dejando de lado el quehacer del gobierno federal y de los militares que tuvieron presencia esa madrugada en Iguala, Guerrero.
Y es que parte de la información que exigen conocer los familiares de los normalistas tiene que ver con una intercepción telefónica entre un líder criminal de Guerreros Unidos y un jefe de la policía local durante la noche del 26 de septiembre de 2014.
Esa llamada confirmaría que el Ejército tuvo conocimiento en tiempo real de lo que ocurría en Iguala, pero no actuó de manera oportuna para socorrer a los estudiantes que estaban bajo diferentes ataques, según información publicada por The New York Times.
Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció la existencia de la transcripción, tanto él como el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, han negado que el Ejército tenga en su poder dicho audio.
En este contexto y a seis días de cumplirse 55 años desde la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, otros estudiantes, encabezados por los familiares de los normalistas de Ayotzinapa marchan por las calles de la Ciudad de México para exigir justicia y esclarecer lo que ocurrió a los estudiantes desaparecidos.
En ambos casos, y aunque el Ejército tuvo un papel importante en los hechos, el abogado de los familiares de los normalistas lamentó que en el último informe que les entregaron sólo se hace mención a un militar, el capitán José Martínez Crespo.
Qué pasó el 2 de octubre de 1968
Lo que inició como una pelea entre alumnos de dos escuelas preparatorias derivó en un movimiento estudiantil que vio sus puntos más álgidos durante el mes de septiembre de 1968, cuando faltaban escasos días para que se celebraran los Juegos Olímpicos.
Después de intensas movilizaciones y conatos de enfrentamientos entre elementos del Ejército Mexicano y estudiantes -incluidas las tomas de las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional-, la tarde del 2 de octubre se realizó un mitin en la explanada de la unidad habitacional de Tlatelolco, Ciudad de México.
El evento encabezado por algunos líderes estudiantiles culminó cuando bengalas rojas cruzaron el cielo capitalino, lanzadas desde helicópteros, dando paso a los primeros disparos que arrebataron al menos 350 vidas, según cifras estimadas por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Diversas versiones han corrido con el paso de los años, desde el papel que el Ejército tuvo en la masacre de Tlatelolco, hasta la formación del Batallón Olimpia, señalado como el responsable de iniciar la balacera, así como de múltiples violaciones a los derechos humanos.
“2 de octubre no se olvida” es un grito que ahora se une con “Ayotzi Vive, la lucha sigue”, marcando dos de los sucesos más dolorosos para la sociedad mexicana, con una distancia entre ambos de casi 44 años.