Anabel Hernández, en su provocador libro Las señoras del narco: amar en el infierno, hace algunas revelaciones que sacuden las estructuras políticas del México de los años 90, sugiriendo nexos entre el gobierno de la época y los cárteles de droga. Aunque es una afirmación delicada y de gran envergadura, la periodista insinúa que el gobierno del presidente Ernesto Zedillo pudo haber recibido “jugosos sobornos” de estos grupos delictivos.
Estos hermanos, provenientes de una familia numerosa y con profundas raíces en el mundo del narcotráfico, actuaban como representantes de ambas organizaciones en la región de Guerrero y alrededores.
La autora revela que, mientras la sociedad y los medios de comunicación daban poca importancia al problema del narcotráfico, las organizaciones criminales funcionaban con gran eficacia, estableciendo territorios y dominando diversas zonas geográficas sin grandes confrontaciones entre ellas.
Una de las razones por las que podían actuar con tal impunidad se encuentra, según la periodista, en la complicidad de las autoridades.
El periodo descrito coincide con el gobierno del presidente Ernesto Zedillo, perteneciente al Partido Revolucionario Institucional (PRI). En el libro, Hernández suelta una afirmación impactante:
Esta afirmación sugiere que no sólo los líderes regionales, sino también el gobierno federal, podrían haberse beneficiado económicamente del auge del narcotráfico.
Según Hernández, los cárteles actuaban con normalidad por el país, mostrando un panorama donde la complicidad y corrupción parecían ser norma. El escenario descrito en el libro es el de un país donde los límites entre la política y el crimen organizado parecían ser, en el mejor de los casos, borrosos.
Las afirmaciones de Anabel Hernández ponen en tela de juicio la integridad de un gobierno entero. Sin embargo, también es crucial considerar que presuntamente su libro es el resultado de una extensa investigación periodística.
Ernesto Zedillo, economista y político de carrera, lideró el país en una época de cambios y desafíos significativos. La posible relación entre su administración y los cárteles de la droga plantea preguntas no solo sobre la integridad de su gobierno, sino también sobre las dinámicas del poder en México durante esos años.