A raíz de los cierres en rutas aéreas y terrestres que trajo consigo la pandemia por Covid-19, grupos criminales mexicanos como el Cártel de Sinaloa tuvieron que establecer un nuevo método para recuperar las millonarias ganancias en efectivo que obtenían de la venta de fentanilo, cocaína y otras sustancias en Estados Unidos.
La opción que les resultó más viable y segura para lavar su dinero, según una reciente investigación de la agencia Reuters, fue el envío de remesas. El trabajo periodístico realizado por Diego Ore detalló todos los pormenores de la compleja estructura con la que el narco usó pequeños comercios y un ejército de civiles para cumplir con este cometido.
En 2022, las remesas a México llegaron a un récord de 58 mil 500 millones de dólares, de los cuales un 7,5% podría provenir de actividades ilegales, de acuerdo con un informe de Signos Vitales México.
Entre las características que convierten al sector de las remesas en un área de oportunidades para el narco, según funcionarios mexicanos y estadounidenses entrevistados por Reuters, está su alcance mundial y las discretas transacciones que lo impulsan.
Aunado a ello, los requisitos de identificación para realizar un movimiento financiero de esta naturaleza son mucho más flexibles que para efectuar cualquier transacción en un banco.
En total, 24 personas —residentes en México— consultadas por la agencia periodística revelaron que habrían sido contratadas por el Cártel de Sinaloa para funcionar como un conducto de estos movimientos financieros para entregarle el dinero a los jefes criminales locales luego de recibirlo.
En regiones como Culiacán y las localidades aledañas, el citado medio identificó que los operadores del cártel convencen a las personas de involucrarse con estas actividades a cambio de una comisión del 1%, aunque a los nuevos “reclutas” se les ofrece un tajo mayor para adentrarlo en el esquema. Conviene señalar que, de acuerdo con el Banco de México, el monto promedio de cada envío de dinero al país es de 390 dólares.
Pese a la aparentemente diminuta cifra, la operación resulta sencilla para quienes colaboran en estas actividades, pues en los pequeños negocios únicamente les piden una identificación oficial —que suele proporcionar el cártel para un sólo uso—, el nombre de quien envió el dinero y su relación con él.
No hay un filtro de control más allá de la honestidad de quien realiza el movimiento y todos los detalles son acordados previamente con los jefes criminales vía WhatsApp.
El uso de las remesas como método para el blanqueo de capitales por parte de los grupos criminales ha sido un creciente motivo de preocupación en Estados Unidos, tanto así que, por primera vez, fue incluido en el Informe Anual de Evaluación de Amenazas de la Dirección Nacional de Inteligencia de 2023.
Y aunque el Cártel de Sinaloa es uno de los grupos que más ha fortalecido este esquema de lavado de dinero, no es el único.
La investigación de Reuters también reveló, mediante datos compartidos por Signos Vitales, que en 2017 el pequeño pueblo de Oquitoa, en Sonora, no registró ningún ingreso por concepto de remesas. Sin embargo, en 2022 entraron por esa vía 2,5 millones de dólares. Este territorio, poblado por apenas 500 personas, es controlado por el Cártel de Caborca.