La tumba de un personaje histórico que cautivó a Octavio Paz

El mítico barrio de Mixcoac, en la Ciudad de México, guarda muchos de los mitos y recuerdos de un país que pasó por muchas etapas para consolidarse como nación independiente

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Pese a los años de diferencia entre la muerte de uno y el nacimiento de otro, ambos personajes están unidos (Cuartoscuro/Presidencia de la República)
Pese a los años de diferencia entre la muerte de uno y el nacimiento de otro, ambos personajes están unidos (Cuartoscuro/Presidencia de la República)

Hablar del mítico Barrio de Mixcoac, es hablar de una parte de la historia de la Ciudad de México; entre todos los recuerdos que enmarcan a la localidad capitalina, uno de los mayores reconocimiento se los lleva la familia del Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, la cual arribó al lugar desde la época Porfiriana.

El establecimiento de los Paz en el barrio quedó enmarcado en el más reciente libro Siglo de Las Luces...y Las Sombras, escrito por Ángel Gilberto Adame, el cual recuerda la historia de Ireneo Paz, el abuelo del galardonado escritor mexicano; sin embargo, también cuesta detalles de éste durante su crecimiento.

La casa donde creció Paz Lozano fue adquirida por la familia en 1881, durante la plena época Porfiriana; pese a la Revolución Mexicana, la propiedad siguió en la familia. El escritor nació en 1914 y pasó los primeros años de su vida en dicho lugar; no obstante, fue un elemento del patio de sus vecinos el que lo cautivó, tanto así que en su texto Evocación a Mixcoac le dedicó unos párrafos.

Octavio Paz es uno de los personajes más reconocidos de la historia del Barrio de Mixcoac (Pepe Franco/Cover/Getty Images)
Octavio Paz es uno de los personajes más reconocidos de la historia del Barrio de Mixcoac (Pepe Franco/Cover/Getty Images)

La tumba de un prócer de la Reforma

El elemento que sorprendió al escritor fue la tumba del expresidente de México, Valentín Gómez Farías, uno de los personajes más relevantes de la época de las Leyes de Reforma, durante el periodo de Benito Juárez. De acuerdo a sus recuerdos, el pequeño sepulcro estaba rodeado de un sombrío jardín.

Tal como lo relató Paz, el también médico de profesión no pudo ser sepultado en la parroquia que estaba a metros de la propiedades, debido a que fue un ferviente creyente de que el Estado y la Iglesia (Católica) debían estar separados, razón por la que no se le permitió acceder a la “sagrada sepultura”.

Al ser uno de los máximo impulsores de las leyes anticlericales que marcaron la constitución de 1857, se enfrentó a la institución religiosa y, una vez que llegó su muerte, la familia tuvo que conformarse con enterrarlo en el jardín, situación que nunca cambió, quizá por el respeto a su historia en la política mexicana.

“El sombrío jardín de nuestros vecinos, entre pinos, cedros y rosales, se levantaban un pequeño monumento —cubierto por una madreselva—. Era la tumba de Valentín Gómez Farías, prócer jacobino y autor de las primeras leyes en contra de la Iglesia. Por la violencia de sus opiniones anticlericales, la jerarquía eclesiástica le había negado sepultura en el pequeño cementerio de la vecina parroquia. La familia había decidido enterrarlo en el jardín de su casa y, aunque todo esto había ocurrido un siglo antes, sus descendiente no habían movido sus restos, tal vez por fidelidad a su memoria”, escribió Paz en un texto que se publicó en 1997.

El expresidente mexicano luchó a favor de la separación de la Iglesia y el Estado (CNDH)
El expresidente mexicano luchó a favor de la separación de la Iglesia y el Estado (CNDH)

Sin embargo, la mayor sorpresa para Paz no era que el sepulcro estuviera rodeado de diferentes tipos de árboles, dando el aspecto de un pequeño bosque en el jardín de la propiedad, sino más bien tuvo que ver con la leyenda que se generó alrededor de la familia por haber enterrado a su familiar en su hogar.

De acuerdo a lo que se hablaba, no todo el cuerpo del exmandatario mexicano estaría enterrado, debido a que la cabeza estará guardada en una de las alacenas; sin embargo, el escritor aseguró que visitó muchas veces la casa de sus vecinos, pero nunca dio con aquel lugar del que hablaba la leyenda.

“Las malas lenguas decían que guardaban su calavera en una alacena. Visité muchas veces esa casa, pero nunca pude descubrir la misteriosa alacena”

Pese a todo lo anterior, la propiedad se volvió uno de los lugares comunes del escritor para recordar su vida en México —cuando se fue del país—, así como su infancia en diferentes textos.

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