Winston Scott: el espía de la CIA entre los expresidentes mexicanos

Con la información que proporcionaron los exmandatarios de México en la década de 1960, Estados Unidos logró consolidar su hegemonía en el continente y apoyar a los sexenios priístas

Winston Scott fue el espía de la CIA que estableció una red de informantes en la presidencia mexicana. Tres exmandatarios fueron sus informantes en la década de 1960. (Wikimedia).

En la historia han existido casos extraordinarios de espionaje entre grandes potencias mundiales. En el contexto de México, uno de los personajes más intrigantes que ha dejado su huella es Winston Scott, un agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos. A lo largo de su carrera, Scott se convirtió en un espía influyente que expandió los intereses de Washington en suelo mexicano.

Winston Scott llegó a obtener información privilegiada de tres presidentes mexicanos: Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, quienes estaban en la nómina de la CIA debido a la información privilegiada que compartían con las autoridades estadounidenses. Sin embargo, la calidad de los informes a finales de la década de 1960 comenzó a ser poco fidedigna, según los altos mandos de la agencia norteamericana.

De acuerdo a las memorias que Scott escribió al final de su vida en 1971, publicadas en el libro Nuestro hombre en México: Winston Scott y la historia oculta de la CIA, del periodista Jefferson Morley, utilizó su posición para recopilar información clave sobre asuntos políticos y económicos, así como detalles sobre los movimientos y actividades de grupos opositores en México. Esta información fue compartida con la CIA, lo que permitió a Estados Unidos tener una visión privilegiada de los acontecimientos en el país y tomar decisiones informadas en función de sus intereses nacionales.

Winston Scott tuvo información de los presidentes mexicanos

Winston Scott mostró desde joven un gran interés en los asuntos internacionales y la seguridad nacional, lo que lo llevó a unirse a la CIA en 1944. A lo largo de su carrera, Scott trabajó en la división de criptografía hasta llegar a realizar labores de campo. Según El Economista, el rango más destacado que tuvo fue el de jefe de estación en la Ciudad de México durante 1956.

La operación TEMPO se consolidó con el expresidente Adolfo López Mateos. (Mediateca/INAH).

Durante su tiempo en México, Winston Scott logró establecer una red de informantes y contactos de alto nivel como parte del programa TEMPO, cuyo fin era conseguir una productiva relación entre la CIA y los altos funcionarios mexicanos. El espía tuvo éxito, ya que los presidentes de la época se convirtieron en fuentes de información. Afianzó una amistad con el expresidente Adolfo López Mateos y la operación contempló el entramado de agentes pagados alrededor de la presidencia mexicana.

Los exmandatarios siguientes llegaron a tener nombres clave asignados desde la agencia estadounidense: a Gustavo Díaz Ordaz lo llamaban LITEMPO 2; a Luis Echeverría Álvarez, LITEMPO 8, según explica el libro del periodista Jefferson Morley basado en las memorias del agente, Nuestro hombre en México: Winston Scott y la historia oculta de la CIA, que fue publicado en 2008 luego de que los apuntes de Scott fueran censurados por el gobierno estadounidense.

Según la entrevista de Jefferson Morley a El País, entre 1956 y 1969 Scott estuvo a cargo de las operaciones secretas de la CIA en México. Con la intervención de líneas telefónicas de otros espías rusos en suelo mexicano durante la Guerra Fría, Estados Unidos logró obtener información sobre los planes del bloque comunista y Cuba en el continente americano. También se espiaba a los críticos del gobierno mexicano, personas como el expresidente Lázaro Cárdenas del Río, el muralista David Siqueiros y líderes estudiantiles. La injerencia estadounidense llegó hasta la dependencia de seguridad entonces conocida como Dirección Federal de Seguridad.

Luis Echeverría Álvarez, quien fue Presidente de México de 1970 a 1976, también fue un informante de Scott. (Pedro Valtierra/cuartoscuro.com).

El contexto durante aquella década era simple: los gobiernos mexicanos obtenían pagos y recibían recursos de inteligencia para espiar el avance comunista en el país y la región, lo cual luego se reportaba a Estados Unidos, y cada mandatario aseguraba un control en la vida política. A cambio, las autoridades en México permitían la continuidad de los intereses de Washington.

El declive de Winston Scott y el movimiento estudiantil de 1968

Gustavo Díaz Ordaz gobernó el país de 1964 a 1970. Durante ese periodo también fue un colaborador cercano de Scott. Según los documentos y testimonios recopilados por Jefferson Morley en el diario español El País, el exmandatario proporcionó información sobre el movimiento estudiantil de 1968 y las tácticas utilizadas por el gobierno para reprimirlo. Esta información fue de gran valor para la CIA, ya que les permitió tener una visión privilegiada de los acontecimientos y actuar en consecuencia.

Gustavo Díaz Ordaz tuvo una relación más estrecha con Winston Scott e informó una versión manipulada de lo ocurrido el 2 de octubre de 1986. (Archivo/Infobae).

La relación entre Scott y este exmandatario es la más estrecha de la lista, pues desde 1964 las oficinas de la CIA pagaron equipo de campaña para su candidatura. Una vez que Díaz Ordaz asumió la presidencia, el espía estadounidense respaldó la idea de que el movimiento estudiantil del 2 de octubre de 1968 era parte de una gran conspiración comunista de alcance internacional en México. El supuesto objetivo era derrocar al gobierno en curso, según explicó el investigador Sergio Aguayo en su libro El 68, los estudiantes, el presidente y la CIA, con información recuperada en La Jornada Maya.

Debido al supuesto intento de sustituir por la fuerza a Díaz Ordaz, una represión militar era justificable. En este punto, el súper espía estadounidense confió demasiado en el exmandatario y la versión oficial de la matanza estudiantil. En dos mensajes entre ellos, que después se reportaron a Washington, se afirmaba que los manifestantes comenzaron el fuego contra los paramilitares. Además, se avisaba de la supuesta presencia de grupos armados pro Castro, chinos y soviéticos.

La información manipulada para justificar la agresión del ejército mexicano fue desmentida luego de algunas investigaciones propias realizadas por el New York Times. La dependencia de Scott con los expresidentes y sus informes de información catalogados como mediocres por altos mandos de la CIA cobraron factura al súper espía estadounidense. En 1969, fue retirado de la dirección de la oficina en México.

Los estudiantes fueron acorralados por elemento del Batallón Olimpia; pero según Scott, los manifestantes dispararon contra el ejército. (Twitter/@LJyDMX).

La relación entre Winston Scott y Luis Echeverría Álvarez también fue significativa. Solo que se mantuvo al margen del escepticismo estadounidense tras lo ocurrido en 1968. Sin embargo, la información permitió a la CIA evaluar y anticipar las políticas y decisiones del gobierno mexicano, lo que resultó en una mayor influencia en la región.

El legado de Winston Scott: entre la venta de armas y el espionaje

Como jefe de estación de la CIA en México, Winston Scott tuvo acceso privilegiado a la información clasificada y a las operaciones encubiertas. Su posición le permitió establecer una vasta red de contactos, tanto en el gobierno mexicano como en otros sectores clave de la sociedad. Scott utilizó diversos métodos de recolección de información, incluyendo el reclutamiento de informantes, la vigilancia electrónica y el análisis de documentos confidenciales.

Cuando fue destituido de la dirección del departamento de la CIA en México, fundó su propia consultora de seguridad. También vendía armas a las siguientes administraciones mexicanas. De acuerdo con la investigación de Aguayo, armó a la Dirección Federal de Seguridad (DFS) que operaba durante el sexenio de Luis Echeverría con un amplio historial de torturas y distintos abusos a los derechos humanos.

Luis Echeverría también conoció a Winston Scott, aunque la información el flujo de la información entre ellos fue moderado. (INAH).

El legado de Winston Scott llegó a su fin el 26 de abril de 1971, cuando falleció en Lomas de Chapultepec tras haberse retirado de la CIA después de 27 años de servicio. Tuvo la oportunidad de escribir sus memorias, pero los documentos fueron confiscados por la agencia estadounidense. En 1980, los papeles fueron devueltos a su hijo con algunas partes eliminadas. Luego de la demanda que él presentó para conseguir los manuscritos en su forma original, fue posible la publicación del libro de Morley en 2008.