En el mes de mayo, en Zapopan, Jalisco, se presentó un caso de desaparición de ocho trabajadores de un call center que se presume era operado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en el cual se ofrecían tiempos compartidos por medio de fraudes.
Este tipo de actividades incluso han sido identificadas por la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), por lo que el Departamento de Tesoro de Estados Unidos sancionó a ocho empresas mexicanas vinculadas con el CJNG que se dedicaban a estafar a turistas y extranjeros en los municipios jaliscienses de Puerto Vallarta y Guadalajara.
Ante esta situación, un funcionario estadounidense de identidad reservada indicó que el también llamado “cártel de las cuatro letras” habría asesinado a los empleados en supuesta represalia por querer renunciar al trabajo. Aunque lo anterior no ha sido confirmado por las autoridades mexicanas, lo cierto es que a finales de mayo en Zapopan fueron localizadas 45 bolsas con restos humanos que pertenecían a las personas desaparecidas.
A una semana de dicho hallazgo, el periodista Óscar Balderas recibió un correo electrónico en el que un hombre de 27 años -identificado como Daniel- le compartió su experiencia en este tipo de negocios operados por el crimen organizado.
Irregularidades en el call center
El joven solicitó que no se revelara su verdadera identidad. El periodista aceptó, pero a cambio le pidió una muestra de que, en efecto, trabajó en un call center de un grupo delictivo. Fue así como Daniel le envió una imagen de su credencial, la cual tenía un fondo blanco, una franja roja y el nombre de la empresa -que comienza con la letra “C”- que en ese entonces se encontraba en Tlajomulco de Zúñiga.
Fue a través de internet como Daniel encontró el empleo en 2021. Tras la pandemia de COVID-19, trabajar en un call center parecía una oportunidad para tener un ingreso económico cada mes. Sin embargo, desconocía las series de irregularidades con las que se encontraría posteriormente en dicho lugar, dio a conocer Óscar Balderas a MVS Noticias.
Y es que el salario ofrecido parecía ser conveniente: 6 mil pesos a la semana más comisiones. Luego de una entrevista y entregar sus documentos personales, Daniel recibió una llamada en la que le notificaron que había sido aceptado en el turno de la tarde, por lo que su horario laboral iba a ser de las 15:00 a las 23:00 horas.
Desde el primer día el joven jalisciense se percató de que el call center se dividía en varias áreas. Unos se dedicaban a ofrecer tiempos compartidos -una de las actividades del CJNG-, otro grupo vendía préstamos sin revisar el buró de crédito de los clientes, mientras que otros tantos se dedicaban a ofertar inversiones en empresas estadounidenses.
Conforme transcurrió el tiempo Daniel notó una serie de incovenientes. Su supervisor les indicó a los trabajadores que tenían que cobrar y ofrecer los servicios con intimidaciones, es decir, con un tono agresivo. Aunado a ello, la información de los clientes fue considerada como “excesiva”, ya que tenían acceso a sus identificaciones, direcciones y los colegios de sus hijos.
Incluso, en un par de ocasiones alcanzó a escuchar que varios de sus compañeros amenazaban a las personas deudoras con mandar hombres armados a sus domicilios para que efectuaran el pago correspondiente. Fue así como supo que se trataban de extorsiones y fraudes.
Aunado a ello, observaba que ciertos días llegaban “paquetes extraños” a las oficinas, por lo que sospechó que era droga. Pese a todo, Daniel sabía que no era fácil renunciar a su trabajo debido a los compañeros y supervisores que tenía. Recordó que una vez uno de los empleados se enfermó del estómago, pero fue sacado de su casa y llevado al call center. Aunque estaba sentado en su silla, no estaba trabajando. Lo único que querían eran supervisarlo y asegurarse de que no contara nada a las autoridades.
Llegó el punto en que tres empleados renunciaron al trabajo y ya no los volvieron a ver, ni siquiera en las fichas de personas desaparecidas. Por su parte, los supervisores les exigían al resto que mandaran su ubicación de manera constante mientras sus redes sociales eran revisadas por sus superiores.
En su último día de trabajo, Daniel notó cierta angustia y preocupación en los jefes: había llegado la hora de mudarse de oficinas. Las personas que laboraban en el call center solamente recibieron un mensaje en Whatsapp en el que les indicaron: “Si dices algo, te ‘seco’”, como una forma de amenaza para que no informaran sobre lo que sucedía en el lugar.
Aunque no se detalló si ese call center era operado por el CJNG, el Departamento de Tesoro ha advertido que este tipo de estafas puede robar los ahorros de los ciudadanos estadounidenses de toda su vida, por lo que aseguró que los fraudes representan una “importante fuente de ingresos” para la organización liderada por Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho.