El indignante caso de Taxco; el feminicidio que conmocionó a México

El atroz crimen conmocionó a la prensa nacional e internacional y se consolidó como una de las heridas más profundas que ha dejado la violencia feminicida en México

El feminicidio de Magdalena Aguilar conmocionó a los habitantes de uno de los sitios turísticos más populares del estado de Guerrero (FGE/Redes Sociales)

El 22 de enero de 2018, por las calles empedradas y las construcciones de estilo colonial color blanco del Pueblo Mágico de Taxco, amigos y familiares de Magdalena Aguilar Romero le dieron el último adiós a la joven de 28 años cuyos restos yacían en un insípido ataúd de madera.

Aunque el clima cálido de Guerrero los acompañaba, fue la indignación, la tristeza y el hartazgo de vivir en un país feminicida lo que predominó en el ambiente del que es considerado como uno de los sitios turísticos más populares del estado. Y es que, tan sólo dos días antes, el cuerpo de la joven nutrióloga había sido localizado desmembrado al interior de unas cacerolas en un establecimiento que estaba a cargo de su exesposo y su suegra.

No obstante, antes de que la tétrica escena acaparara los titulares de los medios de comunicación y noticieros más populares del país existió la historia de una joven que tenía deseos de superarse y sacar adelante a su familia, hasta que, se presume, le arrebató la vida el hombre al que alguna vez llamó “amor”.

El inicio del fin: la relación de Magdalena y César

César Gómez Arciniega y Magdalena Aguilar Romero se conocieron y se hicieron novios en 2011 (Redes Sociales)

Siete años antes del crimen -en 2011- Magdalena Aguilar Romero y César Gómez Arciniega se conocieron. Sin pensar lo que la vida depararía, la joven se enamoró y la pareja inició una relación sentimental que tan solo seis meses después les sorprendería con la espera de su primer hijo.

Por su embarazo, Magdalena y César se fueron a vivir juntos y poco tiempo después se casaron. La llegada de su primer bebé provocó que la joven suspendiera sus estudios en Nutrición, pues se dedicó por completo a atender a sus hijos y su familia.

Aquella decisión parecía no satisfacerle del todo a la joven quien, de acuerdo con testimonios que sus familiares brindaron para medios de comunicación locales, siempre tuvo el impulso de superarse y concluir sus estudios.

Con el apoyo de su padre, Magdalena retomó su sueño de convertirse en nutrióloga, situación que provocó que César Gómez poco a poco comenzara a mostrar su verdadera cara pues solía molestarse porque la joven saliera a estudiar, siendo sus celos controladores los protagonistas de discusiones y del deterioro de su relación sentimental.

César “N”: de esposo a presunto feminicida

César "N" fue descrito como una persona celosa y posesiva (Redes Sociales)

Aunque en un inicio la relación sentimental de César y Magdalena pintaba para ser estable, poco a poco las actitudes del señor de 35 años comenzaron a “apagar” a la joven nutrióloga pues le prohibía tener contacto tanto con su familia como con sus amigos.

La violencia psicológica que Magdalena padeció escaló al punto de que su esposo le prohibía arreglarse, maquillarse o hacer ejercicio, incluso le reprochaba que tuviera que trasladarse hasta Iguala para continuar su estudios en Nutrición ya que únicamente quería que la joven se dedicara a atenderlo a él y a sus hijos.

Harta de la situación, Magdalena volvió a recurrir a su padre para salirse de la casa en donde vivía con César y, en un arranque que pudo haberla salvado de su trágico final, la joven abandonó a su esposo y regresó a casa de sus padres junto con sus dos pequeños hijos.

Pese a las súplicas que César Gómez le realizó a Magdalena para que continuaran con su matrimonio, la joven estaba decidida a recuperar todo aquello que la hacía feliz pero que tuvo que abandonar por su violenta relación.

Pese a ello, los dos pequeños niños que tenían en común seguían uniéndolos y propiciando encuentros entre los exesposos ya que Magdalena nunca le negó a sus hijos la convivencia con su padre.

Tres años después de la separación, Magdalena llevó a sus hijos a casa de su padre y la mañana del sábado 13 de enero se dispuso a ir a recogerlos tras dar unas consultas particulares en un centro de salud de Taxco.

La joven y el padre de sus hijos habían acordado como punto de encuentro el Zócalo del Pueblo Mágico, pero César y sus hijos nunca llegaron, por lo que la joven nutrióloga optó por irlo a buscar a su casa ubicada en la calle Guadalupe, en el barrio de Los Adobes. Esa fue la última vez que Magdalena Aguilar fue vista con vida.

La desaparición y el crimen

La incomunicación de la joven de 28 años alertó a sus familiares sobre su desaparición (Redes Sociales)

La madre de Magdalena Aguilar Romero envió múltiples mensajes de texto a su hija tras perder todo tipo de comunicación con ella. Las llamadas entraban a buzón y la preocupación comenzó a invadir a la familia de la joven nutrióloga.

Al no tener noticia alguna sobre su hija, la madre de la joven acudió al domicilio de César a buscarla, no obstante y para su sorpresa, el padre de sus nietos y su consuegra le dijeron que Magdalena había estado ahí pero que a alrededor de las seis de la tarde e había retirado. Por más convincente que el hombre intentó hacer su versión, la madre de Magdalena notó un peculiar detalle en su rostro: rasguños.

La desaparición de Magdalena Aguilar Romero fue denunciada ante las autoridades municipales y estatales, no obstante, los días transcurrían y las investigaciones parecían no avanzar. La fotografía y el boletín de búsqueda de la joven de 28 años inundó las redes sociales pero nadie tenía información sobre su paradero hasta que una llamada lo cambió todo.

Ricardo Mejía Berdeja, ex subsecretario de seguridad brindó detalles sobre el caso durante una de las conferencias matutinas del presidente Andrés Manuel López Obrador (Captura de pantalla)

“Su hija está en la casa de César, la tienen en cacerolas”, fueron las palabras con las que agentes de investigación le informaron a la madre de Magdalena el hallazgo de su hija.

La escena conmocionó al Pueblo Mágico de Taxco pero resonó a nivel nacional e internacional pues Magdalena Aguilar no solo murió asfixiada, su cuerpo también fue desmembrado y colocado en un refrigerador y en cacerolas que contenían un caldo similar a la preparación de un pozole.

Su exesposo presuntamente habría sido el responsable del atroz crimen y su madre, una mujer identificada como Silvia “N”, fue su cómplice en intentar deshacerse del cuerpo de su nuera, hecho por el cual fue detenida por elementos de la Fiscalía General del Estado (FGE).

La detención del feminicida de Magdalena

El feminicidio de Magdalena Aguilar llegó hasta la conferencia matutina que encabezó el presidente Andrés Manuel López Obrador (Captura de pantalla)

La suegra de Magdalena Aguilar fue detenida y sentenciada a 40 años de prisión por su responsabilidad en el feminicidio de la joven nutrióloga, no obstante, César “N” logró mantenerse prófugo durante cuatro años.

En ese tiempo, colectivos feministas, familiares y amigos de Magdalena encabezaron múltiples manifestaciones para exigir justicia por el feminicidio que conmocionó al Pueblo Mágico de Taxco, hasta que en julio de 2022 por fin se logró la detención del responsable.

Fue el 9 de julio del año pasado cuando la Guardia Turística de Tijuana y la Fiscalía General del Estado (FGE) de Baja California cumplimentaron una orden de aprehensión en contra de César “N” en la ciudad fronteriza.

El presunto feminicida fue buscado por la Interpol e incluso su detención fue anunciada durante una conferencia de prensa matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador por el entonces subsecretario de seguridad, Ricardo Mejía Berdeja, como parte de los resultados del programa Cero Impunidad.

A casi un año de su detención, César Gómez Arciniega no ha sido sentenciado, pero se espera que obtenga una condena similar -o mayor- a la de su madre. En tanto, el nombre de Magdalena Aguilar Romero continúa resonando a lado del de todas las mujeres que han sido víctimas de feminicidio en México, fenómeno social que se ha arraigado como una de las heridas más profundas de la sociedad mexicana.