La actividad volcánica de “Don Goyo” ha encendido la alerta de Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenepred), que la ubicó en la fase tres del semáforo amarillo. Una de las principales consecuencias del fenómeno natural es la caída de ceniza en algunos estados aledaños.
La presencia de este material afecta a las personas que habitan cerca del volcán Popocatépetl, también a quienes se ubican hacia donde el viento arrastra la ceniza. Además, la acumulación podría ocasionar lluvias ácidas que tienen un efecto negativo en la salud y en el ecosistema en general, de acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Otros factores climáticos como la mala calidad del aire y efecto invernadero facilitan que la lluvia ácida se forme en algunas zonas. La población más sensible ante este fenómeno son los menores de edad y los ancianos, pues sus vías respiratorias deben ser protegidas de entornos adversos.
Las cenizas volcánicas y la lluvia ácida, ¿cómo se relacionan?
La lluvia ácida se forma debido a la interacción de los gases y las cenizas de un volcán. Al entrar en contacto con la humedad del aire, podría provocar tormentas capaces de irritar los ojos de manera prolongada, dañar equipos esenciales para los cultivos y oxidar los metales en periodos breves, según la OPS.
Los gases que intervienen en este proceso han sido identificados en la OPS. El dióxido de azufre y el sulfuro de hidrógeno son las claves para que este problema se agrave durante una erupción volcánica. De acuerdo a la información del organismo, estos materiales son tóxicos para las personas, la agricultura y los animales.
El dióxido de azufre es el principal compuesto para que se cree la lluvia ácida. El compuesto es generado por fenómenos naturales como terremotos, relámpagos, incendios forestales y erupciones volcánicas; sin embargo, las probabilidades de que sucedan son menores en comparación con la frecuencia en la que una persona contamina su entorno con el simple hecho de usar un automóvil.
Esta anomalía también puede formarse por la intervención de las fábricas. El abuso de combustibles basados en petróleo y la quema de plásticos o madera crean dióxido de azufre (SO2). Al combinarse con el oxígeno se convierte en ácido sulfúrico y al concentrarse en una atmósfera contaminada, como la que se ha registrado en años recientes, se transforma en lluvia que vuelve al suelo y aumenta los niveles de acidez (pH).
¿Cómo protegerse de la ceniza y la lluvia ácida?
El proceso es inevitable cuando un volcán intensifica su actividad, pero existen algunas medidas que pueden adoptarse para controlar los riesgos a la salud que conlleva. La OPS indica que las personas permanezcan en casa mientras las cenizas volcánicas son desperdigadas antes de una erupción. También se especifica que el aire acondicionado tiene que utilizarse con precaución.
Las mascarillas N95 y gafas minimizarán las lesiones que la ceniza pueda ocasionar en las vías respiratorias. También son útiles cuando se forma lluvia ácida, pues mantendrán a salvo los ojos y los párpados. Es importante considerar que el uso de agua potable será moderado, solo para lavar el cuerpo.
Respecto a la población vulnerable, la OPS menciona a las personas con afecciones respiratorias y enfermedades pulmonares crónicas como asma, enfisema, neumonía y bronquistis. Los gases expedidos por un volcán podrían empeorar el estado de salud de quienes padecen alguna complicación persistente.
Otra de las recomendaciones de la OPS se dirige a los proveedores de agua. Se aconseja cubrir los depósitos, maximizar los estándares de calidad y restringir de forma temporal los usos agrícolas, industriales, comerciales y recreativos hasta que se pueda garantizar un adecuado suministro para los hogares y albergues en los que se refugiará la gente en caso de erupción volcánica.