El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos (EEUU) ha alertado la grave y extremadamente mortal epidemia del fentanilo, “un opioide sintético que es hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina”. Asimismo, esta misma institución reconoce que, en cinco años, ha crecido un 279% la adicción a esta droga ilegal en territorio norteamericano, teniendo como consecuencia, más de 100 mil muertes por sobredosis en el último año.
El llamado ha dado la vuelta al mundo, motivo por el cual el gobierno de EEUU ha insistido a la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para que implemente acciones de contención en México contra esta sustancia y combata a los grupos criminales que trafican con ella.
En respuesta, López Obrador realizó dos acciones que tienen la intención de terminar con el tráfico de fentanilo. En primer lugar, el presidente de México estableció contacto, a través de una carta, con el gobierno de China para solicitar su cooperación para reducir, detectar y/o terminar con el trasiego de sustancias involucradas con la producción del fentanilo; asimismo, al interior de México, el mandatario promulgó la reforma a la Ley Federal para el Control de Precursores Químicos, Productos Químicos Esenciales y Máquinas para Elaborar Cápsulas, Tabletas y/o Comprimidos.
Estas dos medidas atajan el problema desde la perspectiva internacional y local. La primera de ellas, se enfoca en el continente asiático, pues desde ahí, de acuerdo con las autoridades mexicanas, arriban las principales sustancias para fabricar esta droga en México y, desde aquí, trasladarla a EEUU, desatando el problema sanitario que mata a miles de civiles.
Mientras que la reforma recientemente aprobada por el Congreso de la Unión regula a todo aquel productor de fármacos legales que pueda estar involucrado en la producción del fentanilo, ya que se promueven lineamientos de control estrictos tanto en materia financiera como de productos, esto para verificar que no se colabore con los cárteles mexicanos para la manufactura de esta sustancia.
Y, aunque el gobierno de México ya dio el primer paso para una colaboración intercontinental contra este opioide, el gobierno chino, encabezada por Xi Jinping, contestó a la carta de AMLO que comprende la crisis que se vive en América del Norte y la presión en la que se encuentra el gobierno mexicano, pero no reconoció que el tráfico de fentanilo se origine en China y, si llegaran a tener pruebas, que las hagan públicas.
La cancillería china insistió y negó que se llevara a cabo tráfico ilegal de esa sustancia dirigido a territorio mexicano, y aseguró que la cooperación antidrogas entre los dos países funciona.
La carta de AMLO fue enviada en marzo de este año y en todo momento el gobierno mexicano se refirió al Estado chino como un pueblo hermano, al que se solicita su ayuda en materia de inteligencia para poder interceptar los cargamentos que probablemente contengan fentanilo o sus precursores químicos; por su cuenta, el gobierno mexicano se comprometía a informar a la Secretaría de Marina (Semar) para interceptar los cargamentos que arriben a las costas mexicanas del océano Pacífico.
No obstante, la respuesta china daba a entender que, para recibir la ayuda solicitada se requería de pruebas, mismas que, de acuerdo con la presidencia de México, se hicieron presentes el viernes 5 de mayo, pues, durante la conferencia matutina del presidente López Obrador, tanto el titular del ejecutivo federal como de la Semar, hicieron de carácter público que en Michoacán se decomisó un cargamento de fentanilo proveniente de China.
“Ya tenemos las pruebas. Un cargamento llegó de un puerto de China, en un contenedor al puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán”, declaró AMLO el 5 de mayo, además de sostener que tras un análisis, se confirmó el fentanilo, por lo que “muy respetuosamente” procederán a informar al gobierno de Xi Jinping.
“Vamos a enviar esta información, con la misma solicitud de que nos ayuden a informarnos cuando salgan estos químicos y, si es posible, que ellos impidan que estos químicos salgan de sus puertos”
Por su cuenta, el almirante Rafael Ojeda, titular de la Semar, confirmó lo señalado por el presidente y especificó que el cargamento incautado se trataba de “600 bultos de una cosa que le llaman ‘resina de combustibles’, algo así, de aproximadamente cada bulto, 34, 35 kilos, son unas bolitas”.
De manera extraoficial, el titular dijo que el cargamento puede venir de Busan, china, pero que esa información se confirmará conforme avancen las investigaciones en relación a ese cargamento; sin embargo, sí sostuvo que el país de origen es China, por lo que se dará seguimiento a la carta del presidente en la que se solicitó la colaboración del país asiático.