Durante años, las autoridades de Ciudad de México negaron que en la metrópoli más poblada de América Latina hubiera cárteles del narcotráfico, pese a que las evidencias mostraban otra realidad. Tradicionalmente siempre se habló de que en la capital mexicana solo había grupos locales que se dedicaban al narcomenudeo a pequeña escala.
Nada parecía indicar que en la urbe operaban grandes organizaciones criminales como el Cártel de Sinaloa o el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), pero todo cambió a partir de 2017. Desde entonces se comenzaron a registrar enfrentamientos, operativos, detenciones, atentados y ejecuciones que involucraron a grandes estructuras criminales.
Las plazas comerciales de Ciudad de México no han sido ajenas a la violencia narco. La última expresión de este tipo se produjo la tarde de este jueves 20 de abril en una cafetería de Plaza Carso, el centro del imperio Slim en la capital mexicana.
Cerca de las tres de la tarde, una serie de detonaciones en el segundo piso del centro comercial desataron el pánico entre las personas. “El hombre consumía alimentos en una cafetería (Starbucks) cuando un sujeto se acercó y de manera directa realizó los disparos”, informó el titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la capital, Omar García Harfuch.
“Era un hombre vestido con una gorra, de tez muy morena y muy flaco”, dijo una testigo que se encontraba en la cafetería trabajando en su computadora a El País. La víctima fue un hombre identificado como Julio César Soto, de 42 años de edad, vinculado al grupo de los Arellano Félix o Cártel de Tijuana.
Según los primeros reportes, César Soto era un narcotraficante que se estaba tratando de esconder en Ciudad de México. Se sabe que stuvo preso en Tijuana, Venezuela y tenía una orden de aprehensión en Oklahoma, Estados Unidos, por tráfico de drogas. También que viajaba constantemente a Panamá, Cali (Colombia) y San Diego (California), y que presuntamente operaba en la colonia Los Pinos de Tijuana, en Baja California.
El crimen de Plaza Artz
En julio de 2019, en el lujoso restaurante Hunan de Plaza Artz, al sur de Ciudad de México, una mujer con peluca y un hombre, se levantaron de una de las mesas y acribillaron de 16 tiros a dos israelíes frente al resto de los comensales.
Con el paso del tiempo se fueron conociendo más y más detalles sobre aquel doble asesinato a sangre fría. Se supo que los sicarios habían sido enviados por los hombres de Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), y que incluso se habían puesto de acuerdo por un grupo de Whatsapp para asesinar a Benjamínb Sutchi, de 44 años, y Alon Azoulay, de 41.
Una mujer identificada como Vanessa Ballar, “La Güera”, sirvió de anzuelo para los dos ciudadanos de origen israelí que se sentaron con ella en la misma mesa para gestionar un tema relacionado con operaciones de lavado de dinero en un restaurante de comida china ubicado en la exclusiva colonia del Pedregal.
Sutchi había sido detenido en la capital mexicana en 2005 por una ficha de la Interpol y extraditado a su país, donde cumplió una condena de 14 años por homicidio. Mientras que Azoulay, según los informes, era su asistente.
Las investigaciones policiales concluyeron que muy probablemente se trató de una presunta traición del CJNG a los dos israelíes, con los que al parecer colaboraba. En los mensajes de Whatsapp cómo un grupo de siete sicarios y colaboradores, algunos enviados desde Jalisco, se organizaron para recoger las armas en una taquería.
El caso de Ovidio y otros crímenes
En septiembre de 2015, un hombre que presuntamente tenía nexos con Édgar Valdéz Villarreal, “La Barbie”, fue ultimado a tiros en la zona de Perisur, al sur de la metrópoli.
Agentes policiales se enfrentaron a balazos contra los tripulantes de un vehículo Mazda y abatieron a un hombre identificado como Aarón Arturo Ginez Becerril, de quien se dijo que era el contador de “La Barbie” y amigo de José Jorge Balderas Garza, alias “El JJ”, quien se hizo notorio por dispararle en la cabeza al ex futbolista paraguayo Salvador Cabañas en el “Bar Bar”.
Después de su recaptura en Culiacán, Sinaloa, se esparció el rumor de que Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo, en los años previos a su arresto se trasladó varias veces a la Ciudad de México.
Sin embargo, durante sus viajes realizados en 2021, supuestamente Ovidio Guzmán estuvo a punto ser asesinado en un reconocido centro comercial ubicado en la alcaldía Benito Juárez.
Aunque dicha versión solo fue dada a conocer por el periodista David Fuentes, supuestamente Ovidio vivió aproximadamente seis meses en la capital del país durante aquel año, pese a que era buscado por las autoridades federales. Incluso afirmó que el hijo de Guzmán Loera, que para entonces ya era conocido en todo el país por su fallido arresto en Culiacán en octubre de 2019, se paseaba con sus escoltas en calles de la colonia Roma, la Condesa, la Nápoles y Santa Fé.
Supuestamente, además del Ejército mexicano, “El Ratón” era buscado por un grupo de sicarios que venían de Sinaloa, Sonora y Tijuana con una tarea en específico: acabar con su vida. Estos sujetos, según David Fuentes, habían sido contratados por Ismael El Mayo Zambada (uno de los líderes del Cártel de Sinaloa) y Rafael Caro Quintero, mediante un lugarteniente identificado como El Flaco.