Ni la detención del Chapo ni su extradición a los Estados Unidos. Lo que realmente cambió el orden de las cosas en las entrañas del Cártel de Sinaloa fue el llamado Culiacanazo: el operativo del 17 de octubre de 2019 en el que el Ejército mexicano detuvo a Ovidio Guzmán en la capital sinaloense, y fue liberado ese mismo día por órdenes directas del presidente de México.
De acuerdo con una serie de documentos judiciales que forman parte de la acusación que el Departamento de Justicia presentó recientemente contra “Los Chapitos”, y que fueron consultados por la periodista de investigación Anabel Hernández, aquel día de 2019, también conocido como Jueves Negro, los hijos del Chapo convocaron a toda su fuerza armada para rodear la ciudad, pero al llamado no acudieron todas las otras facciones del Cártel de Sinaloa.
La ausencia que más pesó aquella tarde en Culiacán fue la facción de Ismael “El Mayo” Zambada, compadre del Chapo, pues terminaría, según los documentos de EEUU consultados por la periodista, provocando un cisma al interior de la organización criminal que es considerada por la propias autoridades estadounidenses como “la más predominante del hemisferio occidental”.
“Las alianzas entre las facciones dentro del cártel se fracturaron y se produjeron luchas internas”, detalló el expediente. De esas fracturas emergieron “Los Chapitos” y su ejército de sicarios como la más grande y poderosa facción del Cártel de Sinaloa, afianzando su poder a través de la violencia extrema y la corrupción con pagos de sobornos a autoridades de México.
Según el documento, Ovidio, alias “El Ratón”, quien es el más joven de los cuatro hermanos, fue en 2014 el pionero de la familia en instalar el primer laboratorio de fentanilo en Sinaloa y en ser el encargado de supervisar “la explosión del tráfico de fentanilo y sus ganancias”.
En mayo de 2022, durante una reunión con otros miembros del Cártel de Sinaloa, Ovidio dijo que era consciente de que los consumidores de fentanilo podían morir si la mezcla no resultaba del todo precisa. “De hecho, muchos cocineros del cártel empleados para fabricar el fentanilo han muerto por hacer un test al producto”, detalló el expediente estadounidense.
El papel de cada Chapito en la organización
Iván Archivaldo Guzmán Salazar, el mayor de “Los Chapitos”, también conocido como “Luis” o “Tocayo”, es el encargado de liderar todo el aparato de seguridad de la facción criminal, según el reporte de EEUU consultado por Hernández.
Iván es quien supuestamente se encarga de dar las órdenes a los grupos de sicarios. Incluso habría ordenado o directamente perpetrado actos de violencia contra los grupos o facciones rivales, así como contra oficiales de las fuerzas del orden.
Una acusación sellada emitida por el Distrito de Nueva York y consultada por Infobae dio cuenta de que desde 2014 “Los Chapitos” comenzaron a incursionar en la producción, tráfico y distribución de fentanilo en EEUU con la intención de inundar a Estados Unidos con el opioide sintético para abastecer “las calles de drogadictos”, según una declaración hecha por Iván Archivaldo Guzmán Salazar a sus socios recuperada por agentes infiltrados de la DEA.
Jesús Alfredo Guzmán Salazar, alias “Alfredillo”, junto con su hermano Iván, también se encarga del aparato de seguridad y es considerado en la actualidad como “el mayor traficante de fentanilo y de precursores para producir fentanilo”.
Sobre él se dice que es quien organiza el embarque y tráfico de precursores para fabricar fentanilo de China hasta el aeropuerto de la Ciudad de México. También se dijo que participó en la tortura de traficantes rivales a fin de obtener información sobre quiénes estaban tratando de infiltrarse al interior de “Los Chapitos”.
Al cuarto hermano, llamado Joaquín, como su padre, y apodado “Moreno” o “El Güero”, se le adjudican tareas de logística.