Los comentarios de Andrés Manuel López Obrador respecto a la crisis de consumo de fentanilo en Estados Unidos fueron, una vez más, motivo de respuesta por parte de la Casa Blanca, pues en su conferencia matutina del 21 de marzo el presidente mexicano mencionó que una de las principales causas de dicha situación sería la “descomposición social”.
Desde Palacio Nacional, el mandatario federal expuso que el excesivo individualismo y la “falta de integración en las familias” es lo que promueve que las y los jóvenes se alejen de sus familias con mayor premura y tengan contacto con narcóticos como el fentanilo o el cristal.
Luego de dichas declaraciones, la prensa estadounidense pidió que Karine Jean-Pierre, secretaria de Prensa de la Casa Blanca, compartiera su postura al respecto. “En lo que se refiere al fentanilo, este no es un problema de EEUU, es global” y enfatizó que el tráfico de este opioide y otras sustancias ha causado un gran daño social, así como “muertes y sufrimiento innecesarios a la sociedad no sólo aquí, sino también en México”.
En este sentido, recordó la reciente visita al país de Liz Sherwood-Randall, asesora de Seguridad Nacional del presidente Joe Biden, y otra delegación de alto nivel para evaluar posibles rutas de acción que permitan detectar, desmantelar y enjuiciar a las organizaciones criminales que manufacturan y trafican fentanilo.
Por tal motivo, luego de rechazar que las miles de muertes que ha causado el consumo de esta droga es responsabilidad única de Estados Unidos, reiteró que las distintas corporaciones de aquel país mantienen su compromiso para colaborar en México.
“Queremos ser muy claros al respecto. Cuando pensamos en el fentanilo es algo que está afectando a muchas comunidades. Vemos que nuestra relación con México es vital, es importante. Son un vecino cercano”, manifestó Jean-Pierre.
Pese al deslinde de responsabilidades que López Obrador planteó durante su conferencia, también sostuvo que su administración ha colaborado con EEUU para detener el trasiego de narcóticos “que causan la muerte a jóvenes”.
“[La campaña binacional para frenar el consumo de fentanilo] se está llevando a cabo en México y ellos han manifestado que la quieren hacer en Estados Unidos”, dijo el mandatario.
“Estamos ayudando, estamos cooperando, siempre lo hemos hecho, pero, lo mismo, sale la politiquería allá a echarnos la culpa a México, porque se pelean allá en lo electoral y entonces se les hace fácil decir: ‘México violan derechos humanos, México nos está invadiendo con fentanilo; México, no se respeta la libertad de prensa, la libertad de expresión’”, acusó López Obrador.
Esta serie de aseveraciones se sumaron al debate reciente sobre el grado de participación que tendría nuestro país en la llegada de drogas a Estados Unidos. Por un lado, la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) ha identificado a organizaciones criminales como el Cártel de Sinaloa o el Cártel de Jalisco Nueva Generación como los principales responsables de producir y traficar fentanilo.
Al respecto, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) defendió que dichos grupos delictivos utilizarían el terreno nacional sólo como una ruta “de paso”, pues no habría registros de que en el país se hayan descubierto laboratorios de producción del opioide.
“Las autoridades de seguridad nacionales no tienen registro de producción de fentanilo en México, sino que ubican a nuestro país como zona de tráfico de ese opioide y sus precursores, los cuales provienen sobre todo de Asia”, sostuvo la dependencia en un comunicado.
Aunado a ello, especialistas como el equipo de investigación de Insight Crime han externado que una de las principales dificultades para establecer conclusiones sobre el tema es la terminología utilizada por instituciones como la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) al referirse a los hallazgos relacionados con “narcolaboratorios”, pues no hay claridad sobre si las instalaciones son utilizadas para la síntesis química, el prensado de píldoras o la “confección” de narcóticos.