Hay muchas botanas, platillos y dulces que son de origen mexicano, y que incluso, por su nombre puede adivinarse que tienen su origen en el país. Sin embargo, hay otras botanas que, por su nombre, pensaríamos que son extranjeras, sin embargo, también tienen su origen en México.
Tal es el caso de los cacahuates japoneses, que contrario a lo que muchas personas pensarían, no son de Japón, pues se crearon en el popular barrio de La Merced, en la Ciudad de México.
Fue en la década de los años 40 del siglo pasado, cuando esta botana comenzó a venderse en el barrio de La Merced, en la Ciudad de México. Se hacían largas filas de personas que buscaban degustar el nuevo sabor del japonés Yoshigei Nakatani, el creador de los Cacahuates Japoneses.
Estos cacahuates, que se bañaban en harina de trigo, jarabe de azúcar, grasa vegetal, agua, sal, bicarbonato de sodio y salsa de soya, son la prueba de que los sabores no conocen fronteras.
Creación de los cacahuates japoneses
Todo comenzó cuando Yoshigei Nakatani llegó a México en 1932. En el país, conoció a Emma Ávila, con quien se casó en 1935 y tuvo hijos, uno de ellos fue el famoso cantante Yoshio (Gustavo Nakatani Ávila), quien murió en 2020 debido a complicaciones tras haber contraído la enfermedad de COVID-19.
Como muchas otras personas migrantes, Yoshigei Nakatani vivía en el popular barrio de La Merced. Trabajaba en una fábrica de botones de concha nácar que formaba parte de El Nuevo Japón, empresa de Heijiro Kato, competencia de otros almacenes, como Palacio de Hierro y Liverpool.
Sin embargo, cuando inició la Segunda Guerra Mundial, en 1939, las relaciones entre los países se complicaron, debido a la tensión entre Japón y Estados Unidos, por lo que muchas de las empresas establecidas en México cerraron, entre ellas, las de Kato, quien tuvo que salir del país. Así, muchas personas inmigrantes se quedaron sin empleo.
Al estar sin trabajo, en 1943 Yoshigei Nakatani, comenzó a fabricar dulces, pues cuando era niño aprendió a hacerlos mientras trabajaba en una fábrica de dulces japonesa. Yoshigei y su esposa Emma elaboraban muéganos en el cuarto de la vecindad en la que vivían, y luego idearon otra fritura que era llamada oranda, elaborada con trigo y sal.
Como el negocio marchaba bien y sus dulces se vendían en varias dulcerías del barrio, Yoshigei pensó en hacer algo más, unos cacahuates que le recordaban su infancia: de harina, arroz y soya.
En Japón hacían mamekashi, una botana de varias semillas como frijoles, chícharos y cacahuates que se cubren con harina condimentada, la cual a su vez había llegado a Kioto desde China en el siglo XV.
Sin embargo, como suele suceder al adaptar recetas en tierras extranjeras, Yoshigei no tenía a su alcance todos los ingredientes originales, así que en lugar de harina de arroz, los hizo con harina de trigo, lo que se convertiría en un éxito total.
Como una variedad de mamekashi, los cacahuates japoneses se convirtieron en una botana mexicana. Los cacahuates se vendían en bolsas de celofán y para la década de los 50 ya llevaban impresos el nombre de Nipón y una pequeña geisha que dibujó su hija Elvia; de acuerdo con fotografías de sus antiguos empaques, se hacían en la calle de Carretones, en el Distrito Federal, la cual se encuentra cerca del Mercado de La Merced.
La fama de los cacahuates se extendió a toda la ciudad de México, surgieron nuevos productos y también comenzaron a ser producidos por otras empresas. Aunque Nipón sobrevivió a diversas crisis económicas, en 2017 fue comprada por La Costeña, y a la par surgió otra empresa familiar: Dulces Komiru.