El pacto roto con la decapitación de la esposa de “El Güero” Palma y el asesinato de sus pequeños hijos

Luego de que Rafael Caro Quintero, Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca Carillo fueran detenidos por las autoridades por su presunta responsabilidad en el asesinato del agente de la Administración de Control de Drogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés) Enrique Kiki Camarena, la estructura del Cártel de Guadalajara comenzó a fracturarse en facciones que buscaron acaparar las rutas del narcotráfico.

Por un lado se encontraban Benjamín y Ramón Arellano Félix, quienes eran familiares de Miguel Ángel Félix Gallardo -mejor conocido como el Jefe de Jefes- y, por otro, vislumbraran por sus habilidades en actividades del crimen organizado Joaquín El Chapo Guzmán y Héctor El Güero Palma.

Aunque ambos sinaloenses trabajaban previamente para Miguel Ángel Félix Gallardo, su ambición por controlar el mercado de las drogas en México los llevó a desatar una sangrienta guerra con los Arellano Félix, misma que dejó uno de los episodios más violentos y tristes de la historia del narcotráfico en México: el asesinato de la familia de Héctor El Guëro Palma.

Aunque la violencia y brutalidad con la que a lo largo de décadas ha operado el crimen organizado en México podría indicar que no existen pactos o normas a seguir dentro del negocio, lo cierto es que uno de los acuerdos que durante años capos y sicarios respetaron fue el de no agresión entre familiares en aparente venganza por traición.

No obstante, en el caso particular de Héctor El Güero Palma dicho pacto se rompió luego de que el ex líder del Cártel de Guadalajara, Miguel Ángel Félix Gallardo, y sus primos Arellano Félix planearan una atroz venganza por el ascenso que comenzaban a tener con el primer destello del Cártel del Pacífico.

De este modo, los rivales de El Güero contrataron a Rafael Clavel Moreno, un sicario originario de Venezuela, para infiltrarse en la estructura de la organización criminal que comenzaban a consolidar Joaquín El Chapo Guzmán y Héctor Palma.

El objetivo de vengarse del cofundador del Cártel de Sinaloa era claro y, por ello, a Rafael Clavel Moreno se le encomendó la tarea de enamorar a Guadalupe Lejía, esposa de El Güero Salazar, quien rendida ante las mentiras del sicario venezolano accedió a abandonar al narcotraficante para mudarse junto a sus hijos -Héctor y Nataly- y su nuevo romance a Estados Unidos.

Lo que parecía un nuevo comienzo para Guadalupe y sus dos hijos de cinco y cuatro años de edad terminó por dar un radical giro a su llegada a San Francisco, ciudad en donde Rafael Clavel Moreno asesinó brutalmente a la esposa de Héctor “El Güero” Palma.

Una vez que el sicario concretó su atroz crimen, decapitó el cuerpo de Guadalupe Lejía y le envió a Héctor El Güero Palma la cabeza de su cónyuge en una caja, siendo dicha escena una de las más brutales dentro de la historia del narcotráfico en México.

Como si el asesinato de la mujer no hubiese sido lo suficientemente crudo, Rafael Clavel Moreno huyó de Estados Unidos a Venezuela con los hijos de Héctor El Güero Palma y Guadalupe Lejía, país en donde también terminó con la vida de los inocentes menores.

Una semana después, el sicario le envió un video al sinaloense en donde le mostró cómo lanzaba a sus dos hijos, Nataly y Héctor -de cuatro y cinco años de edad- desde el puente de La Concordia en Venezuela.

El dolor de la pérdida y la indignación por la brutalidad de los asesinatos sembró en Héctor El Güero Palma un deseo genuino de venganza y, de este modo, junto a su socio Joaquín El Chapo Guzmán coordinó una serie de masacres en contra de sus rivales involucrados en el asesinato de su esposa e hijos.

Además de que para confortar su pérdida y rendir homenaje a Guadalupe, Héctor y Nataly, El Güero Palma despilfarró alrededor de USD 420 mil en un mausoleo en el Panteón Jardines del Humaya en Culiacán, Sinaloa, mismo que tiene una pintura de su esposa e hijos en el techo.