En el quinto día de alegatos iniciales del juicio en Estados Unidos en contra de Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública durante el sexenio de Felipe Calderón, se han destapado algunos de los episodios de corrupción y tráfico de drogas de los que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) ha sido testigo.
La fiscalía estadounidense presentó como testigo ante la Corte de Brooklyn, en Nueva York, a Raúl Arellano Aguilera, ex policía federal -2003 al 2011- que estuvo asignado al AICM cuando Genaro García Luna ya era secretario de seguridad nacional.
El ex policía federal dio santo y seña de cómo se introducía la droga y mercancía ilegal al AICM, asegurando que cada par de semanas se daba la orden por radio: “45 por 35″, señal que, según el agente, era para suspender revisiones o inspecciones en el aeropuerto por determinado tiempo. Detalló que durante este anuncio algunos elementos de la PF “desaparecían” repentinamente, al tiempo que coincidía con el arribo de vuelos provenientes de Sudamérica y salidas hacía EEUU y Europa.
Arellano Aguilera recordó ante el jurado que otras de las claves que los agentes de la Policía Federal (PF) usaban entre ellos era sobre la llegada o la salida de “maletas con 79 y 40″, la cual hacía referencia a droga y dinero, respectivamente. Señaló que elementos de la Policía Federal permitían la entrada de sustancias ilícitas bajo la supervisión de Ramón Pequeño -ex jefe antidrogas de la PF- y el entonces jefe de Aeropuertos de la PF, Óscar Moreno Villatoro, funcionario a quien el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ordenó en el 2021 se abriera una investigación por parte del Servicio de Administración Tributaria (SAT) debido a sus nexos con García Luna.
El ex policía federal no mencionó en sus declaraciones al “súper policía” de Calderón, pero señaló que Óscar Moreno se reunió en varias ocasiones en el AICM con altos mandos de la Policía Federal, supuestamente, para recibir dinero.
Las declaraciones del ex agente federal dejan ver lo que algunos periodistas han documentado y denunciado en sus libros sobre los altos niveles de corrupción en la gestión de Genaro García Luna al frente de la Secretaría de Seguridad Pública, pero también sobre los primeros actos de violencia efectuados por el narco en el aeropuerto más importante del país.
De acuerdo con la periodista Anabel Hernández, uno de los principales operadores de tráfico de drogas en el AICM fue el Cártel de Sinaloa, quien a través de triangulación y lavado de dinero por medio de empresas fachada, efectuaron el traslado y pago de sustancias ilícitas.
En su libro Los Señores del Narco, la periodista especializada en temas del narcotráfico señaló que Arturo Beltrán Leyva, alias El Barbas, mismo que colaboraba en su momento con el Cártel de Sinaloa, tenía elementos de la extinta Policía Judicial Federal (PJF) adscritos al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, “que lo apoyaban para recibir la cocaína que llegaba vía aérea. Este grupo tenía el mote de Los Pachangos y operaban por medio de los maleteros de la terminal”.
“Previo acuerdo, el equipaje con droga proveniente de Colombia era puesto en una banda especial, donde los maleteros lo recogían y luego lo llevaban a las oficinas de la PGR en el aeropuerto. Ahí Los Pachangos ya estaban listos para tomar la mercancía y salir a entregársela a gente enviada por El Barbas. Por ese trabajo, el capo les pagaba a sus empleados cantidades que iban desde los 150 mil hasta los 220 mil dólares por jale”, refiere el libro publicado en el 2010.
El Barbas ha sido señalado durante el juicio contra Genaro García Luna por su ex jefe de escoltas, Sergio Villarreal Barragán, alias El Grande, de entregar millones de dólares al ex titular de la Secretaría de Seguridad Pública.
Por otro lado, el libro de Narco CDMX, el monstruo que nadie quiere ver documentó y reveló lo sucedido con el hallazgo de dos cabezas en la colonia Peñón de los Baños, en los alrededores del AICM en el 2007.
El texto, escrito por los periodistas Antonio Nieto, David Fuentes y Sandra Romandía, asegura que los hermanos Beltrán Leyva, quienes en ese entonces eran operadores del Cártel de Sinaloa, ordenaron la tortura y el asesinato de dos empleados de la empresa Jet Service, los cuales eran señalados como los principales responsables del decomiso de media tonelada de cocaína procedente de Colombia en uno de los almacenes de esa empresa que estaba dentro del AICM. Incautación hecha por agentes de la Policía Federal y de la Administración General de Aduanas del SAT. Las cabezas fueron encontradas en bolsas negras de plástico en una camioneta, mientras que resto de los cuerpos se hallaron en Tlalnepantla, Estado de México.