Escuela para narcos: así se recluta, instruye y mata en un campo de entrenamiento del Cártel Jalisco Nueva Generación

La policía localizó en 2017 un campamento en el municipio de Tala del Cártel jalisco Nueva Generación. Cómo era el funcionamiento de ese reducto que adiestraba a unas 40 personas entre engaños, extorsiones y clases de tiro

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Una persona reclutada logró huír
Una persona reclutada logró huír y dar a las autoridades la ubicación de lo uno de los campamentos.

Armas, aparatos de comunicación, tiendas de campaña hechas con ramas y plástico, personas enterradas de manera clandestina, así es una de los campamentos desmantelados por la Fiscalía Genera del Jalisco (FGJ) que era usado como una narco escuela en la que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) entrenaba a sus nuevos reclutas.

La intervención de la FGJ en distintos campamentos en 2017 permitió descubrir cómo son los lugares en los que entrena a sus sicarios el actual cártel de la droga más poderoso de México.

El último hallazgo se realizó en las afueras de el municipio de Tala, un centro turístico del estado de Jalisco al que fue posible llegar gracias a que una persona llevada contra su voluntad logró escapar, narrar a las autoridades lo que ahí ocurría y revelar su ubicación.

Información difundida por la Fiscalía explica que las personas eran reclutadas a través de falsos anuncios en Facebook en los que se ofrecía trabajo como encuestadores, escoltas, policías municipales y elementos de seguridad privada. Eran citados en un domicilio en el municipio donde les quitaban cualquier artefacto que les permitiera tener contacto con el exterior, después eran amenazados y llevados al campamento.

Huellas de las torturas a
Huellas de las torturas a las que eran sometidos los reclutas.

Generalmente eran jóvenes entre 20 y 25 años a quienes les ofrecían sueldos de entre 3.000 y 4.000 pesos ( entre USD 166 y 222).

El campamento estaba ubicado en una población conocida como Navajas, en una zona a la que se accede después de tres horas de camino desde la carretera más cercana.

Una vez en el campamento, lo primero que se le advertía a los recién llegados era que si no se unían a la organización habría represalias en contra de sus familias. Quienes no aceptaban, eran asesinados inmediatamente, mientras los demás eran torturados con quemaduras de cigarros y obligados a presenciar cómo mataban a los otros.

Un salvadoreño identificado por el fiscal Eduardo Almaguer Ramírez como “Samuel N” era el encargado de descuartizar y quemar a quienes rechazaban la oferta.

Con plásticos negros se intentaba
Con plásticos negros se intentaba ocultar que había movimiento en la zona.

Los cuerpos de quienes no eran incinerados, los enterraban en el mismo campamento.

La célula de reclutamiento estaba integrada por un líder, sus guardaespaldas, un contador, y los llamados "puntas", a quienes mandaban primero cuando se buscaba tomar alguna plaza.

El entrenamiento

Todo el tiempo, el grupo de reclutas, que llegó a ser hasta de 40 personas, era vigilado por entre unos 50 y 60 sicarios. Se les obligaba a construir con madera, ramas y plástico los lugares en los que dormirían. Estas tiendas de campaña improvisadas tenían que estar ocultas bajo las ramas o plástico negro para no ser detectadas por avionetas o helicópteros que sobrevolaran la zona.

La policía encontró un recibo de un supermercado de Puerto Vallarta, otro famoso destino turístico cercano, por lo que deducen que en este lugar es donde se abastecían de víveres.

Uno de los campamentos del
Uno de los campamentos del CJNG descubierto en agosto de 2017.

Dos menores de edad integrantes del cártel, detenidos hace unas semanas en el estado de Tabasco, narraron que como parte de su entrenamiento comían la carne de sus víctimas. Sin embargo, en el caso de la narco escuela de Tala no se detalla si aquí pasaba algo similar.

Durante al menos 10 días eran entrenados en manejo de armas, tácticas de defensa y combate. El entrenamiento se empezaba con armas de las que lanzan pintura.

Después eran enviados a municipios cercanos para que se hicieran cargo de puntos de distribución de droga que había quedado libres porque los encargados fueron asesinados o estaban desaparecidos.

Quienes no querían distribuir la droga eran amenazados con pedir a su familia hasta 1 millón de pesos (USD 56.000).

La célula que organizaba el reclutamiento habría estado operando en la zona desde hace al menos una década.

Anteriormente, el reclutamiento se hacía en municipios más cercanos a la capital del estado, Guadalajara, a través de invitaciones directas a jóvenes que lavaban autos mediante una empresa de seguridad fantasma llamada Sagmex en la que aparecía como contacto una norteamericana de nombre Johanna Mary Hernández, detenida en marzo de 2016.

En abril pasado, las autoridades detuvieron a 11 personas relacionadas con la distribución de volantes que anunciaban también vacantes como guardias de seguridad.

El descubrimiento del campamento en Tala ayudó a la ubicación de otros cuatro más.

*Publicada por primera vez el 6 de agosto de 2017

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