Besa, la increíble historia de la perra que marca un hito en detección de tráfico humano

Con años de preparación, una perra y su manejadora se enfrentan a desafíos impredecibles, llevando a cabo tareas como el rastreo de personas vivas, la localización de restos humanos y búsquedas tanto en agua como en tierra

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Besa, junto con su manejadora
Besa, junto con su manejadora Sarah se dedican a operaciones de búsqueda y rescate (Sarah Gentry via American Kennel Club)

En el exigente ámbito de la búsqueda y el rescate, donde la precisión y el valor son fundamentales, Besa, una pastora alemana de 9 años, se destaca como un símbolo de compromiso y fortaleza.

Ha logrado convertirse en la primera perra certificada en detección de tráfico humano en los Estados Unidos, marcando un precedente en este campo especializado.

Su labor trasciende las tareas típicas de un perro de trabajo, representando un claro ejemplo del impacto que puede tener la colaboración entre humanos y animales en la lucha contra problemáticas sociales de alta complejidad.

De perro a héroe

Besa fue la primera perra
Besa fue la primera perra en certificarse en detección de trata de personas (Sarah Gentry via American Kennel Club)

Besa trabaja junto a su manejadora, Sarah Gentry, una enfermera registrada de West Salem, Ohio, que ha dedicado más de una década al servicio voluntario en operaciones de búsqueda y rescate.

Según una nota realizada por el American Kennel Club (AKC), organización especializada en el registro de pedigrí canino, la labor de este equipo ha sido reconocida con el Premio a la Excelencia Canina 2024 en la categoría de perros de búsqueda y rescate.

La conexión de Sarah con los perros de búsqueda comenzó en un periodo de cambios significativos en su vida personal. En una entrevista con el AKC, explicó que la pérdida de su perro anterior, un divorcio y la venta de su granja de caballos la llevaron a buscar una actividad que la mantuviera activa.

Fue entonces cuando encontró un propósito en las operaciones de búsqueda y rescate, un campo en el que pronto destacó su primera pastor alemán, Gertie, quien tenía una gran capacidad para leer situaciones y atravesar terrenos complicados.

Inspirada por esa experiencia, decidió entrenar a un cachorro desde cero, lo que la llevó a elegir a Besa, quien, desde pequeña, sobresalió por su capacidad para enfrentar obstáculos y mantener la calma en circunstancias desafiantes.

Ahora con 9 años, la perra se ha convertido en una perra multipropósito dentro del campo de búsqueda y rescate. Su entrenamiento y certificaciones abarcan la localización de restos humanos en tierra y agua, así como la búsqueda de personas vivas mediante técnicas de rastreo y exploración en áreas abiertas.

Además de sus labores de rescate, Besa ha contribuido a investigaciones académicas, participando en estudios sobre tumbas sin marcar que datan de principios del siglo XX.

“Está preparada a nivel nacional a través de sus certificaciones para ayudar según sea necesario, pero sigue siendo un activo para su comunidad local, haciendo una diferencia positiva en la vida de las personas”, menciona el AKC.

Un equipo multipropósito

El entrenamiento de la perra
El entrenamiento de la perra es muy riguroso para evitar fallas en las búsquedas (Sarah Gentry via American Kennel Club)

Entre los momentos más memorables de la carrera de Besa se encuentra la localización de un hombre mayor con demencia que había desaparecido en un área boscosa.

Tras 45 minutos de búsqueda, la pastora alemana encontró al hombre atrapado entre árboles y alertó a su equipo con un ladrido constante y calmado, un comportamiento que reflejaba su comprensión de la gravedad de la situación.

En otro caso, durante una búsqueda en un área densamente cubierta de vegetación, Besa señaló la posible ubicación de restos humanos cerca de un río. Su precisión y capacidad para interpretar escenarios complejos fueron fundamentales para guiar a las autoridades.

El trabajo de búsqueda y rescate (SAR, por sus siglas en inglés) es tan impredecible como exigente. Según Sarah, no hay un calendario típico: “Puedes pasar meses sin recibir llamadas y, de repente, tener cinco búsquedas en cinco semanas”.

En las búsquedas de personas vivas, Besa utiliza un arnés y una cuerda larga. Está entrenada para seguir un olor específico, como el de una prenda de la persona desaparecida.

Cuando obtuvo la certificación en detección de trata de personas, nadie imaginó que se convertiría en la primera en lograrlo en el país. El proceso consistió en una prueba cronometrada que inició con la perra buscando a un ser humano vivo escondido entre varias cajas en un amplio espacio al aire libre.

Posteriormente, tuvo que localizar a personas ocultas en interiores, detrás de paredes y muebles. La evaluación concluyó con una ronda final en la que debía encontrar a personas escondidas dentro de una fila de vehículos.

En otros casos, cuando no se cuenta con un objeto que contenga el olor, Besa recorre el área de búsqueda de forma independiente, utilizando su olfato para localizar a alguien. Si encuentra a alguien, se detiene y ladra hasta que llega el equipo. “Hasta ahora, nunca ha sido la persona equivocada”, aseguró su manejadora.

El compromiso con el entrenamiento es riguroso. Gentry explica que entrenan intensamente todos los domingos y en otras ocasiones durante la semana. “Nada se compara con el olfato de un perro”, afirma. “Quiero decir, son increíbles. El mayor temor de todo operador de búsqueda y rescate es salir a buscar a alguien y no encontrar a nadie. Por eso entrenamos tanto”.

Para Gentry, trabajar con Besa representa mucho más que una tarea voluntaria; es un medio para ofrecer esperanza y cierre a las familias en momentos críticos. “A veces, no podemos traer a alguien de vuelta, pero podemos ayudar a sus seres queridos a encontrar respuestas”, explica.

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