En el remoto archipiélago de Svalbard, situado en el océano Ártico y perteneciente a Noruega, habita una fascinante subespecie de reno conocida como Rangifer tarandus platyrhynchus.
Estos animales han desarrollado características únicas que les permiten sobrevivir en uno de los ambientes más hostiles del planeta, de acuerdo con la revista científica, Popular Science.
Los renos de Svalbard se diferencian de otras variedades por su extraordinaria adaptación al frío extremo y a la limitada disponibilidad de recursos en su entorno. Además son más pequeños, compactos y cuentan con un pelaje más denso, características que los destacan como una de las especies más particulares del Ártico.
La adaptación de esta especie
Los renos de Svalbard miden aproximadamente 1.5 metros de largo y 0.9 metros de alto, siendo casi la mitad del tamaño de otras especies de ciervos. “Son más bajos, más robustos y tienen el pelaje más largo de todos los ciervos del mundo”, explicó Samantha Paige Dwinnell, ecóloga especializada en esta subespecie, en una entrevista con Popular Science.
El aislamiento geográfico de los renos de Svalbard con respecto a las poblaciones continentales europeas ha moldeado su evolución, permitiéndoles adaptarse a un ecosistema prácticamente libre de depredadores.
Habitan este archipiélago desde hace aproximadamente 5,000 años, en un entorno catalogado como desierto ártico, donde los veranos alcanzan apenas los 7 grados centígrados.
Para sobrevivir en estas condiciones extremas, han desarrollado adaptaciones fisiológicas como patas cortas que minimizan la pérdida de calor y cascos capaces de mantenerse cerca de los 0 grados sin alterar la temperatura interna del cuerpo.
Aunque los osos polares pueden cazar renos de forma ocasional, Popular Science señala que estas interacciones son poco comunes debido a que los osos, como mamíferos marinos, rara vez coinciden en el mismo espacio terrestre con otros ejemplares de la especie.
Otra característica notable es el cambio en la estructura celular de sus ojos, que les permite ajustarse a las variaciones extremas de luz entre los oscuros inviernos y los veranos con casi 24 horas de claridad.
Su mayor acumulación de grasa también es esencial para su supervivencia. Este recurso les permite subsistir y reproducirse en un entorno con vegetación limitada. Mientras que otras especies de renos se alimentan principalmente de líquenes, en Svalbard su dieta se basa en gramíneas, dado que los líquenes son escasos.
Estos animales han demostrado una notable capacidad de adaptación a la disponibilidad de alimento. Durante eventos climáticos extremos, como lluvias que congelan la vegetación bajo el hielo, cambian su comportamiento para buscar nuevas fuentes.
En años cálidos, excavan el suelo para acceder a las raíces, donde se concentran los nutrientes; en años fríos, consumen directamente la vegetación superficial, que retiene más nutrientes.
“Son capaces de identificar las partes más nutritivas de una planta, incluso dentro de la misma especie”, afirmó Dwinnell, subrayando la rapidez con la que los renos responden a las fluctuaciones del entorno.
Desafíos frente al cambio climático
A pesar de su capacidad de adaptación, estos animales enfrentan desafíos significativos debido al cambio climático. Según Popular Science, el aumento de las temperaturas en el Ártico podría tener efectos contradictorios en su supervivencia.
Por un lado, los periodos más cálidos podrían favorecer el crecimiento de la vegetación, pero, por otro, el estrés térmico podría consumir la energía que los renos necesitan para aprovechar estos recursos adicionales.
Dwinnell expresó su preocupación por las diferencias en el acceso a alimentos entre distintas poblaciones de estos ciervos, lo que podría afectar su capacidad de adaptación a largo plazo.
Sin embargo, también destacó que, por ahora, esta subespecie parece estar resistiendo los efectos del cambio climático mejor que otras especies. “Creo que representan las complejidades de cómo el cambio climático puede afectar a los animales”, afirmó.