Mia, la valiente leona marina que durante años fue un emblema de fortaleza y resistencia, ha partido tras una dura batalla contra una enfermedad.
Su vida, marcada por incontables desafíos de salud, fue también un faro de esperanza y amor para quienes la seguían de cerca.
Desde su rescate en las costas de California, esta criatura no sólo conquistó el corazón del equipo del acuario que la acogió, sino también el de miles de personas que siguieron su historia de cerca.
La historia de una sobreviviente
El pasado 16 de diciembre, el Acuario de Niágara informó a través de sus redes sociales la muerte de Mia, uno de los leones marinos que eran parte del recinto.
“Nos entristece profundamente anunciar el fallecimiento de nuestra leona marina rescatada de California, Mia. Nuestros equipos veterinarios y zoológicos tomaron la difícil decisión de sacrificarla humanamente después de un período de un mes de deterioro de su salud”, mencionó el acuario.
La hembra de león marino, cuya edad se calculaba en 15 años, sufría de insuficiencia renal terminal, lo que comprometía su salud. La noticia de su muerte generó una gran cantidad de reacciones en redes sociales, donde muchas personas expresaron sus condolencias.
Los comentarios reflejaron gratitud hacia el personal del acuario por brindarle una segunda oportunidad de vida segura y feliz, destacando el esfuerzo por salvar a ella y a su cachorro.
“Le dieron una vida tan maravillosa y debió ser una niña muy agradecida porque la salvaron a ella y a su cachorro”, “Buena suerte, dulce Mia” “QEPD, hermosa Mia, recuerdo cuando llegaste junto con Isabel… nada libremente hermosa niña, sé nuestro ángel de la guarda”, fueron algunos de las palabras que las personas dejaron en la publicación de Facebook.
El acuario compartió que el ejemplar llegó al acuario tras ser rescatada con neumonía y, poco tiempo después, dio a luz a su cría, Isabel. A lo largo de su vida, también tuvo convulsiones, que podrían haber sido provocadas por intoxicación con ácido domoico. Esta sustancia es una toxina que proviene de ciertas algas que resultan dañinas.
“Durante casi una década, desafió las probabilidades y sirvió como una increíble embajadora de su especie. Su historia de supervivencia muestra el impacto dañino de la actividad humana en la vida silvestre y el papel del Acuario a la hora de brindar atención durante toda la vida a animales vulnerables y no liberables”, menciona la publicación.
La león marino era muy popular en las redes sociales del acuario, donde se mostraban videos de ella pintando, conviviendo con personas, abrazando a sus entrenadores y posando felizmente con visitantes.
“Extrañaremos ver a Mia descansando al pie de su exhibición, descansando en la corriente o saludando a un invitado durante un programa de encuentro, pero sabemos que su historia dejará un impacto duradero”, concluyó la publicación.
Un lugar de segundas oportunidades
El acuario de Niagara, ubicado en Nueva York, sirve como refugio para mamíferos marinos rescatados que no pueden regresar al océano, siendo hogar de seis leones marinos, de acuerdo con su sitio web.
Entre ellos están Arie, Copper e Isabel, leones marinos de California. Arie fue rescatada en 2009 en California después de que se acercara a los humanos en busca de comida y, tras ser liberada tres veces, se determinó que no podía ser devuelta al mar.
Copper, nacido en SeaWorld San Antonio en 2012, es el más grande del grupo y disfruta interactuar con los visitantes a través de las ventanas. Isabel, la más pequeña y enérgica, nació en 2014 en el Marine Mammal Care Center y es la hija de Mia.
“Estos animales son rápidos, ágiles y atléticos, y pueden demostrar comportamientos impresionantes de alta energía. Puedes distinguirlos de sus compañeros pinnípedos, las focas, por su color marrón sólido, sus orejeras y sus grandes aletas que pueden girar debajo de sus cuerpos, lo que les permite caminar o incluso correr en tierra”, menciona el acuario.
Según la Ley de Protección de Mamíferos Marinos (MMPA, por sus siglas en inglés), están protegidos y su estado de conservación es de “preocupación menor”, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).