Un simpático loro con pocas plumas se convirtió en el protagonista de una de las muchas historias que desvelan las sombras del comercio ilegal de aves.
Rescatado en condiciones deplorables, el caso de Pedro pone en primer plano una crueldad invisible que amenaza la biodiversidad y pone en riesgo la vida de miles de especies exóticas.
La historia de esta ave no sólo conmueve por sus detalles, sino que además enciende una alarma sobre la urgencia de implementar medidas concretas para combatir este negocio clandestino, que cada año devasta al mundo natural y pone en vilo su futuro.
El último adiós de Pedro
El caso de Pedro fue compartido a través de la página de Instagram Adopta mx, refugio y página que se dedica a compartir casos de animales en situación de calle y maltrato para promover su adopción.
El loro fue rescatado de una barranca por la fundadora del refugio, Ana, luego de que unos gatos quisieran comerlo. Ana se encargó de cuidarlo hasta el día de su muerte, el 10 de diciembre de este año.
“Uno de los amores más grandes que tenía se ha ido. Pedro estuvo más de tres semanas en el hospital… Ayer me habló la doctora para decirme que se había puesto mal y después de 10 minutos me llamó para decirme que a Pedro le había dado un infarto”, compartió la página de Adopta mx.
El loro tenía una bacteria en la lengua y estaba en tratamiento; sin embargo, también tenía varios problemas de salud por comer girasoles toda su vida.
Aunque no es un alimento tóxico, estas semillas debe ofrecerse ocasionalmente, pues tiene un alto contenido de grasas, lo que puede llevar a obesidad y enfermedades en estas aves, además, en exceso, puede provocar infecciones respiratorias, huesos débiles e infecciones bacterianas y fúngicas, de acuerdo con la página especializada en esta especie Parrots Essentials.
Aunque Ana lamenta la pérdida de su compañero, está consciente de la situación en la que se encontraba y aprovechó la publicación para mencionar la irresponsabilidad de las personas que compran a estas especies sin estar conscientes de los cuidados que requieren, además de recalcar que es ilegal en México tener este tipo de especies en los hogares.
“Si tan solo en los mercados los venden así, sin la mayor pena y las autoridades no hacen nada. Ellos seguirán sufriendo por culpa nuestra, por la demanda que hay. Espero algún día ellos ya no sufran y ya no sean nuestros prisioneros”, menciona la publicación.
Pedro tenía una cuenta de Instagram donde su compañera compartía su progreso, las noticias que le daban en el veterinario, además de la convivencia que tenía con las otras mascotas de Ana.
“Fui feliz con él y lo amé como a cualquier otro pedazo de vida que llega a mi, pero me duele su pérdida como un miembro más. Me duele que su especie sufra día con día por personas incongruentes e inconscientes”, concluye el post.
La problemática del tráfico de aves en México
El tráfico ilegal de psitácidos en México representa una amenaza significativa para la conservación de estas aves, de acuerdo con el artículo Tráfico ilegal de psitácidos en México publicado en la Revista Ciencia de la Academia Mexicana de Ciencias.
Cada año, se estima que entre 65,000 y 78,500 loros son capturados en el país, de los cuales un 86% a 96% se comercializan en mercados locales, mientras que el resto se destina al comercio en Estados Unidos.
La tasa de mortalidad de estos animales antes de llegar al consumidor final supera el 75%, lo que implica que entre 50,000 y 60,000 loros mueren anualmente debido a esta actividad ilícita.
A pesar de las restricciones legales, como el artículo 60 Bis 2 de la Ley General de Vida Silvestre que prohíbe el aprovechamiento extractivo de psitácidos mexicanos, el tráfico ilegal sigue siendo una de las principales amenazas para estas especies, junto con la pérdida de hábitats y la presencia de especies invasoras.
La captura ilegal de psitácidos no solo afecta a los individuos, sino que también tiene consecuencias indirectas en sus poblaciones silvestres. Los métodos de captura, como el corte de árboles y la destrucción de nidos, reducen las tasas reproductivas y afectan la viabilidad de los sitios de anidación.