El jabirú, una imponente cigüeña que se desplaza majestuosamente por los cielos, es mucho más que una simple figura de su entorno natural. Con su cuello largo, gran pico curvado y alas extendidas, esta ave parece una criatura sacada de un cuento.
Sin embargo, uno de los aspecto que la convierte en un sujeto de fascinación no es únicamente su imponente figura, sino una característica única que la distingue en el reino animal: su capacidad para cambiar de color.
Esta peculiaridad, que desafía las expectativas de la biología tradicional, convierte al jabirú en una de las especies más intrigantes y misteriosas de nuestro continente.
Un ave fuera de este mundo
El jabirú o tuyuyú (Jabiru mycteria), una de las aves más grandes de Latinoamérica, es fácilmente reconocible por su imponente tamaño y su distintivo plumaje. Una de sus características más sorprendentes es la capacidad de cambiar el color de una franja de piel en su cuello.
De acuerdo con Animal Diversity Web (ADW), esta franja adopta un tono rosa intenso cuando el ave está tranquila, pero se torna escarlata si se siente irritada. Además, su cabeza y cuello carecen de plumas y son de color negro, con un mechón de pelo plateado en la parte superior.
Conocido científicamente como Jabiru mycteria, este gigante de los cielos puede superar los 1.60 metros de altura y alcanzar una envergadura de hasta 2.6 metros. Esta ave no es una especie migratoria y puede vivir entre 30 y 40 años.
Según National Geographic su hábitat abarca una extensa área en América Latina, desde Bolivia, Brasil y Paraguay hasta el norte de Argentina, e incluso en países como Colombia, Ecuador, Perú, y partes de Centroamérica, como Belice y Costa Rica.
El tamaño del jabirú también impacta su comportamiento en vuelo. Según ADW, debido a su envergadura, necesita dar dos o tres saltos antes de elevarse en el aire. Durante el vuelo, mantiene el cuello extendido y sus alas baten con lentitud, alternando entre periodos de batido y planeo.
El jabirú, al vivir cerca de cuerpos de agua, se alimenta de una amplia variedad de especies que comparten ese entorno, lo que hace que su dieta sea notablemente diversa.
“Come peces, ranas, serpientes, crías de caimanes y tortugas, moluscos e incluso insectos, explica el documento del Museo del Cerrado. Cuando su hábitat se enfrenta a periodos de sequía, esta ave suele pescar en grupo y en colaboración para rodear a los peces, subraya la fuente”, menciona National Geographic.
Una especie en peligro
El jabirú enfrenta amenazas en su hábitat natural. Sus nidos, ubicados en lo alto de grandes árboles, son vulnerables a depredadores como el carancho (Caracara plancus), el aguilucho grande (Circus buffoni) y el aguilucho pampa (Busarellus nigricollis), que pueden atacar a sus crías. También pueden ser presa de jaguares tanto adultos como cachorros cuando caminan por el suelo.
Con una población estimada de hasta 85,000 ejemplares, de los cuales unos 50,000 son adultos, el jabirú sigue siendo un símbolo de la biodiversidad latinoamericana. Sin embargo, su conservación depende de la protección de sus hábitats naturales y la mitigación de las amenazas que enfrenta en su entorno.
El programa de manejo de la reserva en México ha destacado a la cigüeña jabirú como una especie emblemática de su área natural protegida, subrayando su relevancia ecológica y la urgencia de su conservación.
La conservación de esta ave y su hábitat es fundamental para preservar el equilibrio ecológico en las regiones donde se encuentra. Las iniciativas para proteger y restaurar estos ecosistemas resultan esenciales para garantizar la supervivencia de la cigüeña jabirú y de otras especies que dependen de los mismos recursos naturales.