En la cultura japonesa los gatos son animales considerados míticos y de buena suerte, esto ha evolucionado a lo largo de la historia japonesa, y se ha expandido al mundo del entretenimiento y la literatura, en la actualidad, una de las escritoras más sobresalientes de origen nipón, Hiro Akirawa, ha resaltado por sus libros cuyos protagonistas son los felinos.
Su amor por los gatos ha sido plasmado en al menos dos de sus obras, pero su carrera no es de una novelista incipiente sino de una escritora con una carrera de dos décadas y con 17 publicaciones en físico y una película.
En una entrevista para la librería digital Foyles admitió que “No crecí en una familia adinerada, por lo que mis padres no podían permitirse comprar muchos juguetes nuevos. Sin embargo, en nuestra casa había una gran cantidad de libros. Cuando conocí los libros por primera vez, comencé a inventar mis propias historias y escribir se convirtió en mi pasatiempo. [...] Soy una persona muy afortunada por poder hacer lo que amo como trabajo.”
Y aunque para la edad de 5 años ya había escrito un cuento, la primera novela de Hiro se publicó en el año 2004 y se titula “Shio no Machi: Wish on My Precious” (Shio no Machi: Un deseo para mi tesoro), la cual fue premiada en el décimo concurso anual de Novela Dengeki del 2003.
La celebración de la conexión entre felinos y humanos
Los gatos en la literatura de Arikawa destacan como protagonistas en dos de sus libros, el primero lleva por título de “Las crónicas del gato viajero”, en la que se narra la historia de Nana, una gatita adoptada de las calles que entiende el lenguaje de los humanos y vive cambios junto a su dueño.
Esta novela se basó en la vida de Tom, gato de la escritora, y la relación que establecieron conforme pasó el tiempo.
Hiro mencionó en una entrevista para Japan Forward, medio japonés, que “Quería escribir sobre las distintas relaciones entre las personas y los gatos. Cada gato del mundo tiene su propia historia: está destinado a compartir amor con los humanos y a recibir amor a cambio”.
Y en su novela más reciente “El gato que decía adiós”, busca construir por medio de siete historias, la relación de amistad que hay entre mininos y sus humanos.
Según la librería Mi principito, la sinopsis destaca dos historias: la del pequeño Spin, un gatito, que le enseña al hombre que lo ha rescatado a lidiar con su paternidad y las obligaciones en su familia; también cómo el anciano Kota trama un plan para convertirse en espíritu antes de morir, así su humano no estará solo.
“Me divertí mucho observando el comportamiento de los gatos, cómo responden a nosotros o no, y también disfruto viendo a las personas que los aman” Comentó Arikawa para Foyles.
La relación de los gatos y humanos según Hiro Arikawa
En la cultura japonesa, los gatos son reconocidos como símbolos de buena suerte, prosperidad y protección contra espíritus malignos, según el Newsletter de Aikawa, la importancia de estos felinos radica en que antiguamente protegían los manuscritos budistas de los roedores convirtiéndose eventualmente en los compañeros de culto y leyenda.
En algún punto de la historia nipona, los gatos también fueron señalados como animales que podrían propagar enfermedades o que algunos entes malvados tienen formas felinas, en la actualidad es más frecuente ver a los gatos en casa, según el medio nippon.com, ya que esto evita que se enfermen o sufran accidentes.
Hiro Akirawa en otra entrevista para Foyles, aseguró que el amor entre los gatos y los japoneses se debe a que “los gatos se sienten capaces de acurrucarse con los japoneses, que pueden ser un poco reservados, y dejarles la distancia justa. El cariño extrovertido de un perro es entrañable, pero a veces puede resultar un poco embarazoso”.
En el caso de Hiro Arikawa, según la entrevista de Japan Forward, siempre ha convivido con gatos, “teníamos un gato pelirrojo muy inteligente y gentil.” -Mencionó la escritora-”En realidad, no fue hasta que ese gato falleció y tuvimos un segundo, que todos en la familia nos dimos cuenta de lo paciente, dulce e inteligente que había sido el primero”.
Después del estreno de Crónicas de un gato viajero, mencionó que adoptó a la estrella de la película, “mi esposo y yo tenemos un adorable gato blanco y negro: Tom —Nana en la película— [...] Seguí visitando la productora para ver a Tom. Un día se me ocurrió que, tarde o temprano, llegaría el momento en que el entrenador me diría que Tom había fallecido. Entonces le pedí al entrenador que amablemente me dejara estar allí para los últimos momentos de Tom.”