El loro Drácula, un tesoro de Nueva Guinea con un plumaje digno de una película de terror

Su colorido plumaje es codiciado por los locales, quienes lo utilizan para la ornamentación de tocados ceremoniales

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La curiosa ave es endémica de Nueva Guinea. (Wikimedia)
La curiosa ave es endémica de Nueva Guinea. (Wikimedia)

En los bosques de las tierras bajas de Nueva Guinea habita una curiosa ave cuyo plumaje parece salido de una película de terror. Se trata del loro de Pesquet (Psittrichas fulgidus), también conocido como loro Drácula. Es endémica de la isla y está ampliamente distribuida.

Cifras de la organización no gubernamental Wildlife Conservation Society (WCS) estiman que actualmente existen alrededor de 21.000 parejas de loros Drácula en toda Nueva Guinea. El ave figura dentro de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como una especie vulnerable a la extinción.

Un estudio realizado por miembros de WCS Papúa Nueva Guinea reveló que únicamente en el distrito de Kerowagi, ubicado en la provincia de Chimbu, entre 160.000 y 280.000 ejemplares de loro Drácula fueron cazados para la manufactura de tocados ornamentales.

Una especie carismática y sin igual

En un solo distrito se han cazado entre 160.000 y 280.000 loros.
En un solo distrito se han cazado entre 160.000 y 280.000 loros.

Expertos de la Cornell University (Estados Unidos) detallan que su dieta está especializada en ciertos higos, sin embargo, se alimentan también de otros frutos blandos como mangos y flores. Estudios citados por los especialistas de la institución educativa señalan que la especie tiene “necesidades proteínicas bajas”, lo que los llevó a teorizar que ingieren avispas de la higuera “de forma incidental”.

Su temporada de reproducción tiene lugar entre los meses de febrero, abril y mayo. Mientras que los volantones juveniles suelen ser vistos en diciembre. La especie necesita árboles grandes y huecos para depositar sus huevos. Reportaron que, en cautiverio, los recién nacidos prosperan con “una dieta baja en proteínas”, pero mueren “si se les alimenta con comida que se le da a la mayoría de los loros”.

Actualmente, el loro Drácula es considerado por especialistas de la UICN como una especie vulnerable a la extinción, siendo la cacería para la obtención de sus plumas, que se utilizan para ornamentación en tocados ceremoniales, una de las principales amenazas.

A pesar del amplio uso de las plumas, miembros de la organización detallan que se utilizan menos que las de otras especies y que las que forman parte de los tocados pueden tener “décadas de antigüedad”, puesto que se almacenan “cuidadosamente” cuando no se emplean por completo.

Expertos estiman que alrededor de 3.200 de estos loros serán asesinados al año para tocados tan sólo en el distrito de Kerowagi; una cifra preocupante, pues equivale a, aproximadamente, el 8% de la población total estimada que vive en libertad.

El tiempo que pasa desde que se ponen los huevos hasta que las crías se desarrollan como volantones es de “por lo menos” 76 días. Los polluelos se distinguen por contar con un plumón característico de color blanco amarillento.

Esfuerzos únicos de conservación

Sus plumas fueron protagonistas del primer comercio internacional registrado con Nueva Guinea.
Sus plumas fueron protagonistas del primer comercio internacional registrado con Nueva Guinea.

Actualmente, los esfuerzos de conservación se concentran en prolongar la vida útil de todos los adornos existentes para evitar que se fabriquen más y, por ende, se acabe con la vida de otros loros.

Para conseguir esto, miembros de WCS idearon un “kit de protección” que incluye bolas de naftalina, papel, láminas de plástico de alta resistencia y un instructivo para saber cómo proteger los adornos hechos con plumas de esta icónica ave del moho, ratones e insectos.

“La razón de ser de esta iniciativa es que al propietario le conviene evitar el coste de las plumas de repuesto y mantener el estado general de su tocado”, explicaron los miembros de la organización.

Mientras que los beneficios para la conservación son grandes, puesto que “cualquier prolongación de la vida útil” de estos adornos se traduce directamente a “una menor demanda” de sus piezas de repuesto, lo que a su vez disminuye la “presión de caza”.

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