Un equipo internacional de paleontólogos publicó recientemente en la revista científica MDPI Fossil Studies, el impresionante hallazgo de la segunda especie de tiranosaurio encontrada en México: Labocania aguillonae.
Era el año 2000, en la localidad de Parrita, ubicada al suroeste de Coahuila, México, cuando investigadores encontraron en rocas restos óseos pertenecientes a un dinosaurio que vivió hace aproximadamente 72 millones de años, es decir, durante la última etapa del período Cretácico.
Esos huesos, según reportes del periódico estadounidense The New York Times, permanecieron guardados en el Museo del Desierto (MUDE) de Coahuila durante más de dos décadas.
Un descubrimiento importante
Nick Longrich, paleontólogo de la Universidad de Bath (Inglaterra), cuyo nombre figura en el estudio, declaró para el Times que aquel montón de huesos parecía “una pila de escombros”.
Martha Aguillón, descubridora de la nueva especie, dijo durante una conferencia de prensa del Museo del Desierto que esta especie es bastante esquiva, pues se conocía por dientes desde la década de 1970 o 1980.
“Me tocó formar parte de un descubrimiento donde se hallaron elementos osteológicos de un sólo individuo que van a ayudar a esclarecer mucho sobre la biología y biogeografía del género al cual pertenece”, dijo Aguillón.
Héctor Rivera, investigador y jefe del Laboratorio de Paleontología del Museo del Desierto, señaló que las rocas en las que fueron encontrados los restos óseos indican que la zona tenía un “clima húmedo”, lo que hoy en día sería el delta de un río, como el del Okavango.
Detalló que fue Aguillón quien encontró los restos de este dinosaurio carnívoro, en su mayoría fragmentos, e informó que existían dos piezas óseas claves con las que lograron identificar que se trataba de un ejemplar único de entre todos los Tiranosaurios.
El ejemplar descrito recientemente comparte características con Lobocania anomala, una especie descubierta en la década de 1970 en Baja California, la cual únicamente es conocida por fragmentos óseos de su mandíbula.
Este espécimen de Coahuila, anunciado el 25 de septiembre, llegó a medir seis metros y medio de longitud, se trataba de un espécimen juvenil, sin embargo, estiman que los adultos pudieron alcanzar más de 10 metros de largo.
L. aguillonae, contrario al ejemplar de Baja California, fue descrito gracias a partes de su cráneo, columna vertebral, cadera y extremidades, según contó Rivera para el New York Times.
“No tenemos un esqueleto completo para ninguno de estos animales, pero cuando encuentras lugares en los que se superponen, se parecen entre sí”, aseguró Longrich.
El paleontólogo dijo que sus cráneos, anatomía y extremidades son distintas, por lo que “están haciendo algo un poco diferente” a los demás tiranosaurios.
Thomas Carr, paleontólogo de Carthage College, quien no participó en el reciente descubrimiento, dijo que México es uno de los “puntos ciegos” más significativos que se tienen del Cretácico Tardío en cuanto a diversidad de los tiranosaurios y, por ende, consideró como “bienvenido” cualquier nuevo trabajo sobre fósiles procedentes de esta zona.
“Hay mucho más allí de lo que creemos, y mucho más esperando a ser encontrado”, aseguró Longrich.
Aguillón declaró durante la conferencia de prensa del MUDE que actualmente trabaja en un proyecto que involucra a las plantas, especies que son capaces de contar mucha información.
“Las plantas lo dicen todo, nos permiten saber qué animales eran herbívoros y, por ende, cuáles eran carnívoros”, declaró Aguillón.